domingo, 30 de noviembre de 2008

10 Años de A Guitarra Limpia - Silvio y Nosotros

"Del Che nunca se podrá hablar en pasado" Fidel Castro Ruz

Año VII. La Habana 26 de NOVIEMBRE de 2008
Regresar a la Página principal

Grandes hacedores de las artes han tenido en la fotografía una aliada aun sin ser su faceta más visible. Así fue con Juan Rulfo, quien no solo mostró la gloria y pobreza de su tierra en su novela Pedro Páramo sino que dejó esas impresiones en excelentes instantáneas. Para Silvio Rodríguez, grande en su altura intelectual y su apego a las instantáneas igual que el escritor mexicano, la fotografía también es la amiga, una compañera que desde hace tiempo lleva a cualquier parte.
El Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau otorga el Premio Pablo a Adriano Rodríguez, trovador de muchas épocas, que ha traído su voz hasta nuestros días para enriquecer los caminos interminables de la nueva trova cubana. Dado con admiración y amor en la Habana Vieja, Ciudad de La Habana, Cuba, a los 22 días del mes de noviembre de 2008, en el décimo aniversario del espacio A guitarra limpia.
GALERÍA DE IMÁGENES DEL CONCIERTO


Entrevista con Silvio rodríguez

Entre la guitarra y la fotografía

Kaloian Santos Cabrera • La Habana

En enero de este año, en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, se presentó el disco Te doy una canción, álbum doble que registra dos conciertos donde 40 trovadores de diversas generaciones cantaron temas de Silvio Rodríguez en el espacio A guitarra limpia los días 25 y 26 de noviembre de 2006.

En conversación diáfana con sus “hermanos de oficio” y otros amigos, compartió el autor de "Ojalá" aquella tarde de principios de año en la presentación del fonograma. Mientras transcurría el diálogo, Víctor Casaus, poeta y director del Centro Pablo, provocó al bardo para que en algún momento del año hiciera un concierto en el espacio A guitarra limpia y presentara una muestra de sus fotografías. Silvio, por entonces al frente de una expedición, retomaba la gira que comenzó en 1990 por centros penitenciarios de la Isla.

En aquella tarde del 4 enero de 2008, la invitación del poeta hacia el trovador parecía futura, quizá poco probable de cumplirse. Y es que el tiempo, para materializar una hornada de planes, proyectos y canciones todavía por escribir, se le va como la brisa al cantor. Pero el tiempo está a favor de buenos sueños y desde hace mucho el propio Silvio nos convida a creer cuando dice futuro. Si no crees mi palabra/ cree en el brillo de un gesto,/ cree en mi cuerpo,/ cree en mis manos...

Y así se hizo realidad Silvio en nosotros, merecido regalo a los 10 años de A guitarra limpia; un concierto ya memorable entre los sucedidos en el mítico patio de las yagrumas en La Habana Vieja, y que fue una amalgama de canciones del trovador y poemas de autores cubanos en la voz del actor Jorge Perrugoría.

De la misma manera llegó al número 63 de la calle Muralla el viaje de Oriente a Occidente por algunos centros penitenciarios, en una muestra fotográfica titulada Imágenes de una expedición. Instantáneas que revelan el antídoto cultural para aliviar amarguras de la privación de libertad, gracias a una vieja pasión escondida tras una cámara. Una conquistada y silenciosa pasión, quizá de tanto tiempo a su lado como la guitarra.

“Sabemos, por lo pronto, ante estas fotos tomadas por Silvio en los establecimientos penitenciarios en los que trabajó junto al grupo de artistas que había convocado, que la cultura puede ser fuente de energías, riachuelo de asombros y ternuras en el camino hacia aquel mejoramiento humano del que nos hablara el hombrecito mayor, entre sueños, incertidumbres, desesperanzas y nuevos sueños que pueden hacernos, a veces, un tilín mejores”, escribe Víctor Casaus en el catálogo de presentación.

El mundo fotográfico del trovador

Grandes hacedores de las artes han tenido en la fotografía una aliada aun sin ser su faceta más visible. Así fue con Juan Rulfo, quien no solo mostró la gloria y pobreza de su tierra en su novela Pedro Páramo sino que dejó esas impresiones en excelentes instantáneas (dicen que de los 10000 libros de su biblioteca, 800 eran de fotografías). Para Silvio Rodríguez, grande en su altura intelectual y su apego a las instantáneas igual que el escritor mexicano, la fotografía también es la amiga, una compañera que desde hace tiempo lleva a cualquier parte.

De él ya son conocidas sus facetas de historietista, escritor de cuentos, poeta y trovador, estas últimas máximas voces de su creación. Ahora se presenta públicamente como fotógrafo y luego de homenajear la primera década de vida del espacio A guitarra limpia —y gracias a la diligencia de Víctor Casaus—, Silvio accedió a responder algunas preguntas sobre su relación con la fotografía.

¿Cómo llega Silvio Rodríguez al mundo de la fotografía?

Mi interés por la fotografía es de lo más común: cuando yo era niño muy poca gente poseía una cámara fotográfica. La primera vez que vi una fue en el estudio del fotógrafo de San Antonio, Carlos Núñez, que con los años se convertiría en un relevante fotorreportero. En la adolescencia tuve la suerte de trabajar en diferentes publicaciones y de conocer a muchos fotógrafos. En el semanario Mella fui compañero de Ernesto Fernández y de Peroga; en la revista Venceremos de Andrés Vallín y de Ovidio Camejo; en Verde Olivo de Perfecto Romero, de Sergio Canales, de Eutimio Guerra, de Juan Luís Aguilera. Fui vecino de Mario García Joya y de Marucha durante 18 años. Y durante mucho tiempo fui amigo de Alberto Korda. La verdad es que he tenido la suerte de conocer a muy buenos fotógrafos. De cada uno y de todos fui aprendiendo a querer y a interesarme por la fotografía y, por supuesto, por las cámaras.

En fotografía ¿cuáles son sus instantes precisos, dignos de quedar atrapados en una foto?

Dicen que sobre cualquier cosa se puede escribir, que el problema es dar con el modo. En la fotografía dar con el modo pudiera ser cuando ocurre alguno —o varios— de los valores que hacen que una foto sea buena. Hay momentos en los que hay que esperar a que se dé una situación precisa, ciertas condiciones de luz, lo que te obliga a hacer muchos disparos para dar con lo que buscas. Otras veces basta estar ahí con cualquier aparato que pueda registrar lo que pasa.

¿Cuáles pudieran ser algunos puntos de contacto entre sus canciones y la fotografía?

En la canción puede haber una analogía cuando hablas de la cotidianidad o de una situación extrema, como la guerra o un gran evento humano. En cualquier expresión artística lo excepcional tiene su garra. Pero aunque de todo se pueda hacer una foto, o una canción, el problema siempre va a ser que valga la pena mostrarla.

Cuando hago fotos trato de que mis fotografiados adviertan lo menos posible mi presencia ¿Cómo logra una persona pública como usted pasar desapercibido para lograr una foto?

Hay muchos lugares y situaciones en los que un trovador pasa desapercibido, sobre todo cuando anda sin guitarra. Y como hoy en día no es raro que muchos anden con cámaras, mejor que mejor. De todas formas, cuando te conviertas en un fotógrafo demasiado famoso, te recomiendo el zoom.

Durante la travesía en el barco Playa Girón vivió momentos conmovedores como presenciar un desfile de cachalotes, escenas quizá para dejar en fotografías y no en canciones. ¿Qué lo hizo llevar además de la guitarra, una grabadora y libros, una cámara fotográfica? ¿Dónde quedaron las fotos de ese viaje?

Desde que era adolescente andaba con cámaras, generalmente prestadas. Al viaje en barco me llevé una Kíev, que era la imitación soviética de la Leica clásica; una cámara con muy buen mecanismo, todavía de telémetro acoplado. Los cartuchos me los rellenaron los amigos fotógrafos del ICAIC con película virgen de 400 asas. Llevé alrededor de 20 rollos. Un par de ellos me los revelaron en Mar y Pesca, porque a mi regreso me hicieron una entrevista y me pidieron fotos para ilustrarla. El resto de los rollos se los di a un amigo fotógrafo que tiempo después murió y nunca supe en qué paró el revelado. El día que presenciamos los cientos de cachalotes estuvimos al pairo todo un día, a mitad del Atlántico, esperando a que terminara la caravana. Aquel día tiré tres o cuatro rollos, pero nunca vi las fotos.

Casi 40 años después de enrolarse en el barco Playa Girón retoma otra expedición, esta vez por centros penitenciarios y a la que dedica su primera muestra de instantáneas. ¿Qué satisfacciones fotográficas guarda de esa gira?

Esta muestra fotográfica la hice porque el centro Pablo me la pidió, y creo que lo hizo tratando de redondear mi participación en el evento del décimo aniversario de A guitarra limpia. Víctor sabe que hago fotos porque hace muchos años que nos conocemos. Con ese espíritu de cooperación hice la muestra. Lo cierto es que muchos llevaron cámaras a la Expedición (Petí, Randall, Lester, Vicente, Rancaño, Violeta) y hay muy buenas fotos de cada uno. Quiero hacer un libro de imágenes, como un testimonio, como una muestra colectiva. Entre las fotos de todos irán también las mías.

¿Qué representa para usted la inauguración de Imágenes de una expedición en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau, precisamente el día que A Guitarra Limpia celebró sus 10 años y, a su vez, halla sido el trovador invitado?

Respecto a mi participación en este aniversario, lo cierto es que los estudios Ojalá, donde trabajo, han alentado el apoyo que el Centro Pablo de la Torriente Brau ha dado a los nuevos trovadores. Por otra parte, llevo más de 40 años guitarra en mano. Es un elogio que un trovador antiguo sea invitado a un aniversario de trovadores jóvenes. Esa noche tuve también el privilegio de compartir la escena con un gran actor, Jorge Perugorría, que leyó textos de varios poetas de mi generación. Lo único que lamento es que la gripe me afectara la voz. Confío en que el deseo de estar allí haya suplido cualquier deficiencia.


Silvio celebró los 10 de A guitarra limpia

Estrella Díaz • La Habana

Fotos: Kike (La Jiribilla)

“La palabra suspender no existe en mi diccionario personal”, dijo el trovador Silvio Rodríguez en horas de la mañana del 22 de noviembre ante la inminente amenaza de lluvia que podría, ciertamente, empañar el concierto—anunciado para las cinco de la tarde— con el que se ponía punto final a las festividades por el aniversario 10 del espacio A guitarra limpia.

Pero no llovió y el concierto se efectuó en el patio del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau sin contratiempos y desbordado de público —dicho sea y no de paso, muy respetuoso— con la presencia de un gran número de amigos y colaboradores cercanos como el Ministro de Cultura, Abel Prieto, y los viceministros Fernando Rojas, Abel Acosta e Ismael González.

El concierto estuvo diseñado, aparentemente, de manera sencilla: cada canción se “casó” con un poema; así los 16 temas interpretados por Silvio estuvieron antecedidos por poemas de igual cantidad de creadores (Orlando Alomá, Sigifredo Álvarez Conesa, Iván Gerardo Campanioni, Víctor Casaus, Félix Contreras, Froilán Escobar, Félix Guerra, Jorge Fuentes, Luís Rogelio (Wichy) Nogueras, Antonio Conte, José Yanes, Helio Orovio, Guillermo Rodríguez Rivera, Miguel Barnet, Nancy Morejón y Domingo Alfonso).

Esta forma de establecer lo que algunos llaman “la dramaturgia de un concierto” fue sumamente atinada y lúcida, sobre todo porque esos poemas —de hondura y contemporaneidad, aunque datan de hace más de 30 años— daban pie al lucimiento de la poética de Silvio, sin duda alguna, un trovador que por sus aportes es un referente obligado en la canción cubana de los últimos 40 años.

Los poemas fueron declamados por el conocido actor Jorge Perugorría —protagonista de la laureada película Fresa y Chocolate del desaparecido realizador cubano Tomás Gutiérrez Alea(Titón) —quien, poco a poco y en línea ascendente, fue asumiendo como suyo cada poema. Sobriedad es, tal vez, el mejor calificativo.

Silvio y nosotros —así se llamó el concierto— tuvo una invitada: Niurka González, quien con su flauta demostró, una vez más, su virtuosismo; no se trata, solamente, de ejecutar el instrumento con maestría sino de colocar los sonidos justo donde van ¡y con discreción! Delicadeza es uno de los términos que se puede emplear para resumir el desempeño de la joven flautista.

Otro de los aspectos a destacar fue la impecabilidad del sonido. Constituyó un gozo disfrutar a Silvio acompañado de sus guitarras (fueron dos). El primer tema fue “Segunda cita”, seguido de “En mi calle”, “¿Adónde van?”, “Locuras”, “El día en que voy a partir”, “Pedacito de papel al viento”, “No pienses, no digas”, “Cuántas veces al día”, “Sinuhé”, “El gigante”, “Oda a mi generación”, “La canción de la trova”, “Te doy una canción”, “Tonada del albedrío”, “La gota de rocío” y “Playa Girón”.

Al final, el público quiso más e incluso sugirió algunos temas. “Esta es la que quiero cantar”, dijo entonces Silvio: ¿Qué silencio aprendido nos preserva la vida? / ¿Qué silencio oportuno nos convierte en prudentes? / ¿Qué silencio asesino nos llena la barriga? / ¿Cuántas veces al día merecemos la muerte?.

Antes de comenzar el recital A guitarra limpia, el poeta y cineasta, Víctor Casaus, director del Centro Pablo, afirmó que “este concierto es como para recordar que hace 10 años las trovadoras y los trovadores hicieron de este pequeño rincón de la Calle Muralla su espacio, su sitio: el sitio de todas y de todos”.

La poética/política de A guitarra limpia, insistió Casaus, ha sido y es “la participación, la de llamar a la comunicación, al intercambio y al debate a los trovadores y las trovadoras de todas las generaciones y tendencias de este importante movimiento de la cultura cubana quienes, con su respaldo, han hecho posible que hoy, 10 años después, permanezcamos aquí hablando de estos temas”.

Insistió en que otro de los puntos de esa poética/política es la solidaridad; hay que citar a Trovacub, ese portal hermano de la cultura cubana que está en la Red y, también, a muchos amigos y amigas de Puerto Rico y de Estados Unidos —a pesar de su presidente—, que han estado junto a nosotros por más de una década.

Igualmente agradeció a HIVOS, “una agencia de colaboración holandesa que durante años nos apoyó, así como al Ministerio de Cultura, al Instituto Cubano de la Música, a la Oficina del Historiador y en particular a Eusebio Leal quien, hace unos 12 años, nos dio cobija en este espacio físico”. Entre esas ayudas importantes, recalcó, está “la del Fondo Ojalá, que permitirá desarrollar algunos proyectos que ya llevamos a cabo y otros que tienen que ver con la nueva trova y que necesitan de un apoyo material”.

Al hacer un apretado resumen de lo que han sido los primeros 10 años de A guitarra limpia aseveró Casaus que se ha ido andando por varias vías: “en primer lugar, la de los conciertos que ya llegan a la cifra de 96” y recordó que un número importante de ellos se han llevado, primero a casettes y luego al soporte de CD en la Colección A guitarra limpia, que produce el Centro Pablo.

“Hoy, felizmente, presentamos las Antologías 7 y 8 de A guitarra limpia, Del verso a la canción, la dedicada a Frida y Diego y un disco que incluye el concierto del trovador holguinero Fernando Cabreja. Estos discos ―dijo―, competirán en la venidera edición de la Feria Internacional del Disco, Cubadisco 2009, más otros tres que en estos momentos están en fase de preparación”, remarcó.

Recordó Casaus que otro de los caminos por los que andamos es el de las publicaciones: “presentamos dos cuadernos Memoria dedicados a A guitarra limpia y al Arte Digital y dos libros: Memorias A guitarra limpia y Silvio Poeta, de la investigadora Suyín Morales”. Ambos volúmenes se presentarán en la Feria Internacional del Libro de La Habana que cada febrero se desarrolla en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña y, después, se extiende a lo largo de toda la Isla.

Finalmente apuntó que estos “han sido años de satisfacciones y de insatisfacciones” , sobre todo, dijo, “si uno mira las cosas no desde el ámbito cómodo y engañoso de la complacencia y el triunfalismo” sino desde el análisis de lo que hay que mejorar para lograr los proyectos soñados.

“Las satisfacciones vienen del apoyo de los creadores y de las creadoras, de los trovadores y las trovadoras, de los artistas plásticos —quienes con sus obras han acompañado cada concierto— y los diseñadores gráficos que han hecho la imagen visual de la institución”, mientras que las insatisfacciones están, por lo general, asociadas a incomprensiones y a las visiones y los mecanismos burocráticos.

“Creemos, con Teresita Fernández cuando cita a Martí, que la queja prostituye el carácter, por eso preferimos la participación activa, que incluye el ejercicio del criterio abierto, directo, transparente” .

En ese sentido citó dos ejemplos (o antiejemplos) de situaciones ocurridas alrededor de estos 10 años del espacio. Por un lado, la ausencia de respuesta del ICRT a la solicitud hecha durante más de un año por el Centro Pablo para recibir copias digitales de la serie A guitarra limpia, coproducida por el Centro y Cubavisión Internacional entre el año 2006 y 2007. Más de 50 programas sobre la nueva trova cubana constituyen la mayor antología audiovisual sobre esta importante zona de la cultura cubana. Como coproductores del espacio, por supuesto que el Centro debió y debe recibir una copia digital de cada programa, para integrarlo a la memoria de los trovadores y las trovadoras de la Isla. Pero, sobre todo, “la mayor preocupación en este asunto es la que nos comunicaron algunos de los trovadores de los que aparecen en la serie: que el material se pierda, como ha ocurrido lamentablemente en otras ocasiones con otros documentos audiovisuales de la cultura cubana en esa institución”. Las gestiones para recibir una respuesta sobre el tema fueron también hechas, recientemente, por el Ministerio de Cultura, a solicitud del Centro Pablo, pero tampoco encontraron respuesta alguna.

El otro (mal) ejemplo citado por Casaus se refirió a “un par de casos en los que alguien puso su interés personal por encima del proyecto colectivo que significa A guitarra limpia para beneficiarse materialmente haciendo un disco con la grabación de su concierto realizado por el Centro, sin dar el crédito a A guitarra limpia y cobrando por una producción que no habían hecho”. Pero “¿qué son estos ejemplos (o antiejemplos) aislados ―concluyó― dentro de una década en la que los trovadores y las trovadoras realizaron 96 conciertos en este patio de Muralla sin cobrar un centavo, y se editaron más de 50 casetes y discos que fueron vendidos en moneda nacional al público mayoritariamente joven que asiste al Centro Pablo?”.

Martín Martínez, a nombre del portal latinoamericano Trovacub ―que ha difundido durante casi una década igualmente de manera solidaria y gratuita la obra de la nueva trova cubana en los espacios de Internetagradeció “estos 10 años de trabajo en común” y recordó que Mariana, Diana, Pepe, Maryel y Gaspar, integrantes de Trovacub en México, Argentina y Venezuela, “se sienten felices de poder participar en un proyecto tan hermoso y noble como es A guitarra limpia”.

Otro de los momentos significativos vividos el pasado sábado 22, fue la entrega al legendario trovador cubano Adriano Rodríguez del Premio Pablo, instituido en 1998 y que es otorgado “por una sola vez, a personalidades e instituciones cubanas y de otros países que se hayan destacado en investigaciones, obras de creación y acciones encaminadas a promover y defender los valores de la identidad cultural y la solidaridad entre los pueblos”.

Según el acta, se le concede el Premio Pablo a Adriano Rodríguez por ser un “trovador de muchas épocas, que ha traído su voz hasta nuestros días para enriquecer los caminos interminables de la nueva trova cubana”.

Por su parte el homenajeado afirmó sentirse muy agradecido “no solamente por haber recibido el Premio Pablo sino porque a través de muchos años —jóvenes y viejos amantes de la música en general y de la trova en particular— me han tratado con mucho cariño y respeto”, apuntó emocionado.

El periodista e historiador de la trova Lino Betancourt, a cargo de entregar el Premio y pronunciar las palabras de elogio aseguró que “hacemos justicia honrando a Adriano Rodríguez, quien a través del tiempo ha tenido la dicha inmensa de cantar con todos los grandes de la trova cubana”.

Adriano, recordó, hace décadas cantó con Sindo Garay y con Manuel Corona y un poco más acá con Silvio y Pablo, entre otros importantísimos músicos cubanos y latinoamericanos. Este trovador, dijo, “nos ha honrado con su voz magnífica: ¡gracias por tu sabiduría, por tu ejemplo y las bellas virtudes que te adornan; gracias por tu hidalguía llena de cubanidad y patriotismo! ; eres en estos momentos el gran patriarca de la trova cubana”, concluyó.

Luego supimos que el 22 de noviembre es el consagrado a reverenciar a Santa Cecilia, patrona de los músicos cubanos, y parece que la virgen —quizá en conspiración y con la ayuda de San Pedro— contribuyó a que mejorara el tiempo y que el concierto se efectuara sin contratiempos, pero si los santos o la naturaleza no se hubieran puesto de acuerdo y ayudado, ahí está la certeza de Silvio: “la palabra suspender no existe en mi diccionario personal”.


.

© La Jiribilla. Revista de Cultura Cubana
La Habana, Cuba. 2008.
IE-Firefox, 800x600




:::::::::::: ::::::::: ::::::::: ::::::::: ::::::::: ::::::::: ::::::::: :::::::::
Enviado por
Revista Koeyú Latinoamericano
revistakoeyulatinoa mericano@ gmail.com
Tel. (58 212) 481 7740
Cel. (58) 412 7332730
Caracas. Venezuela

No hay comentarios: