Carlos del Frade (APE)
Argenpress 19/12
La noche carnívora comenzó en el primer minuto del 24 de marzo de 1976 en San Miguel de Tucumán. Los proveedores de la muerte se llevaron al maestro Isauro Arancibia, educador de educadores, militante gremial y social de aquellas tierras que alguna vez fueron llamadas el jardín de la República.
Solamente quedaron los zapatos del maestro.
Un par de zapatos nuevos que le habían regalado porque los otros, los compañeros de sus pasos en los últimos años, ya estaban hechos hilachas.
Cuando sus compañeros recuperaron el único regalo que el maestro aceptó en su tozuda lucha por democratizar la dignidad, sintieron que era un símbolo.
Que los pasos de Isauro Arancibia seguirían marchando a favor de la niñez y los educadores a pesar del telón inventado antes de tiempo.
Y así fue.
En la lejana reina del Plata, en la orgullosa y prepotente Buenos Aires, su nombre fue bandera de la primera escuela que funcionaba para los pibes que viven en las calles.
El peregrinaje de Isauro continuaba. Aquellos zapatos seguían marchando.
El camino continuaba en la capital de la Argentina.
Sin embargo, en los últimos días las noticias presentaron un nuevo intento de desaparición de Isauro.
El gobierno autónomo de la ciudad de Buenos Aires, conducido por el señor Mauricio, decidió desmantelar la escuela "Isauro Arancibia", allí donde son abrazados ciento veinte pibes entre doce y veinte años. Chicas y chicos que duermen en las estaciones de Constitución, Once y Retiro.
Entre las paredes de la Isauro, la muchachada excluida terminaba la primaria y aprendía distintos oficios en diferentes talleres.
La administración del señor Mauricio sostuvo que no hay lugar para esos talleres porque, según entienden sus burócratas, es un programa de capacitación "sólo para ser dictado en las cárceles".
La noticia agrega que "el ministro de Educación, Mariano Narodowski, prometió regularizar el Isauro Arancibia y mantener la situación sin cambios hasta que la normativa estuviera terminada... el año próximo no habrá más talleres de oficios. Al mismo tiempo, se llamó a concurso para cubrir los cargos de los docentes que armaron la escuela, con una convocatoria en la que no se explica que se trata de un colegio con características especiales. El último maltrato está ocurriendo ahora, con la negativa a homologar los diplomas de egresados de los chicos que se reciben este año", sostienen los voceros de la resistencia.
De tal forma, el gobierno del señor Mauricio Macri quiere volver a desaparecer a Isauro Arancibia.
Pero más allá de sus furias, el camino del maestro tucumano seguirá siendo transitado por los que buscan construir una dignidad colectiva que está muy lejos de ser entendida por la actual administración de Buenos Aires.
Argenpress 19/12
La noche carnívora comenzó en el primer minuto del 24 de marzo de 1976 en San Miguel de Tucumán. Los proveedores de la muerte se llevaron al maestro Isauro Arancibia, educador de educadores, militante gremial y social de aquellas tierras que alguna vez fueron llamadas el jardín de la República.
Solamente quedaron los zapatos del maestro.
Un par de zapatos nuevos que le habían regalado porque los otros, los compañeros de sus pasos en los últimos años, ya estaban hechos hilachas.
Cuando sus compañeros recuperaron el único regalo que el maestro aceptó en su tozuda lucha por democratizar la dignidad, sintieron que era un símbolo.
Que los pasos de Isauro Arancibia seguirían marchando a favor de la niñez y los educadores a pesar del telón inventado antes de tiempo.
Y así fue.
En la lejana reina del Plata, en la orgullosa y prepotente Buenos Aires, su nombre fue bandera de la primera escuela que funcionaba para los pibes que viven en las calles.
El peregrinaje de Isauro continuaba. Aquellos zapatos seguían marchando.
El camino continuaba en la capital de la Argentina.
Sin embargo, en los últimos días las noticias presentaron un nuevo intento de desaparición de Isauro.
El gobierno autónomo de la ciudad de Buenos Aires, conducido por el señor Mauricio, decidió desmantelar la escuela "Isauro Arancibia", allí donde son abrazados ciento veinte pibes entre doce y veinte años. Chicas y chicos que duermen en las estaciones de Constitución, Once y Retiro.
Entre las paredes de la Isauro, la muchachada excluida terminaba la primaria y aprendía distintos oficios en diferentes talleres.
La administración del señor Mauricio sostuvo que no hay lugar para esos talleres porque, según entienden sus burócratas, es un programa de capacitación "sólo para ser dictado en las cárceles".
La noticia agrega que "el ministro de Educación, Mariano Narodowski, prometió regularizar el Isauro Arancibia y mantener la situación sin cambios hasta que la normativa estuviera terminada... el año próximo no habrá más talleres de oficios. Al mismo tiempo, se llamó a concurso para cubrir los cargos de los docentes que armaron la escuela, con una convocatoria en la que no se explica que se trata de un colegio con características especiales. El último maltrato está ocurriendo ahora, con la negativa a homologar los diplomas de egresados de los chicos que se reciben este año", sostienen los voceros de la resistencia.
De tal forma, el gobierno del señor Mauricio Macri quiere volver a desaparecer a Isauro Arancibia.
Pero más allá de sus furias, el camino del maestro tucumano seguirá siendo transitado por los que buscan construir una dignidad colectiva que está muy lejos de ser entendida por la actual administración de Buenos Aires.
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