El 30 de enero de 1990 los chilenos nos despertamos con una espectacular noticia: 49 presos políticos se habían escapado de la Cárcel Pública de Santiago.
Desde aquella fecha histórica veinte años han transcurrido y aún existen compañeros impedidos para vivir en Chile como hombres libres. Sobre ellos pesan todavía las condenas impuestas por los tribunales militares de la época, sin que durante este tiempo ningún alto dirigente político en el poder haya querido hacerse cargo de esta deuda pendiente con los que dieron más que nadie, para hacer posible el retorno de la democracia a nuestra patria.
Existen fechas que nos llenan de regocijo, pero cuando van de la mano de una injusticia éstas tienen un sabor amargo, un gusto a derrota que opaca lo conseguido.
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