sábado, 30 de enero de 2010

Las hilachas del Bicentenario

Las dos apelaciones que el Gobierno dedicó a la celebración de los 200 años de la independencia fueron apenas un salvoconducto destinado a conseguir un acuerdo político que prometía bienestar y el uso de las reservas para pagar deuda.



El sol del 25 viene asomando.
Parece haber poco que celebrar. Kirchner, cuestionado desde adentro.


A cuatro meses de cumplirse doscientos años del comienzo de la independencia, el Gobierno no habla de celebraciones. El Bicentenario ha sido, hasta ahora, apenas una trade mark, un salvoconducto para obtener la aprobación de dos objetivos que arrasaron con la idea del consenso. El primero fue expuesto por la Presidenta el 1 de marzo de 2008 en su discurso ante el Congreso. Lo que presentó como el Acuerdo del Bicentenario prometía un país integrado en el que la pobreza descendería a un dígito y la desocupación al 5 por ciento. Ese día la acompañaban desde los palcos, los ministros de Salud, Graciela Ocaña, de Ciencia y Técnica, Juan Barañao, de Economía, Martín Lousteau, y el jefe de Gabinete Alberto Fernández. Al cabo de unos meses, aquel compromiso refundacional se había reducido a un modesto pacto social. Luego sacó a luz su verdadero espíritu y se coaguló en la Ley 26.476, una vulgar maniobra de blanqueo y perdón de grandes evasores fiscales que el kirchnerismo filtró bajo la sombrilla de las fiestas mayas llamándola de “repatriación de capitales”. La segunda apelación a la épica fue la creación del Fondo del Bicentenario, mediante un DNU destinado a colocar las reservas del Banco Central al alcance de la mano del Poder Ejecutivo con la excusa del pago de deuda.

Susana Viau-Crítica-30/1-Leer

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