Antonio Gramsci y la hegemonía
Antonio Gramsci lo sistematizó hace tiempo: no hay revoluciones que triunfen apelando únicamente a la construcción del consenso ni tampoco ejerciendo exclusivamente la violencia popular como respuesta contra el terrorismo de estado. Sólo mediante una inteligente combinación de ambas dimensiones —el consenso y la violencia popular; la zorra y el león en el lenguaje de Maquiavelo, el clásico preferido por Gramsci— los sectores populares pueden derrotar a la burguesía y tomar el poder. Bastante después de Gramsci, y con un lenguaje mucho más sencillo y quizás menos refinado, Manuel Marulanda Velez sintetizó el mismo pensamiento afirmando que los revolucionarios deben manejar y combinar todas las formas de lucha de masas. Precisamente en eso andan las FARC-EP de Colombia, aunque la tarea que se han propuesto no es fácil. El enemigo (interno y externo) es muy poderoso.
Su empeño no es excepcional, forma parte del inmenso acervo de luchas populares de América Latina. Las FARC-EP no son algo “exótico”. Constituyen parte de una lucha continental y global por cambiar el mundo que asume en cada sociedad características distintas.
El EZLN de México, el MST de Brasil y las FARC-EP de Colombia...
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