Bienvenidos al reencuentro con la realidad
"Viva Alemania, viva Austria, viva Argentina"
Ultimas palabras de Eichman, antes de ser colgado
“...El fantasma de Resenbrick nos perseguirá por siempre hasta
que hagamos justicia con nosotros mismos y con el mundo...”
LA VENGANZA DE RESENBRICK, 15/6/2002
en Libro HACER LO IMPOSIBLE. Apuntes sobre ética y
política en la era del Post-Antropoceno, Paraná, 2006
Argentina jugó igual que contra México pero ahora se encontró con un gran equipo de fútbol, como lo es el alemán, que terminó goleando cuatro a cero. Todos los innumerables globos y burbujas inflados en lo deportivo, lo político, lo mediático y lo social se han desinflado completamente, pinchados una vez más por la insolente realidad.
El puñetazo al argentinismo futbolero y a la política futbolera hegemónica nacionalmediática ha sido contundente: no hay atenuantes para semejante derrota. El imperio del merchandising y de las marcas llora.
Quienes deberían aprender la lección no son sólo los jugadores y los técnicos, también el cachetazo va para aquellos miserables y oportunistas que hambrean, oprimen y manipulan al pueblo todos los días, y que gastaron fortunas y neuronas haciendo “cuadernillos pedagógicos” mundialistas y poniendo pantallas gigantes en los barrios, para contener y estimular a las masas.
Pantallas gigantes demagógicas para hacer política social futbolera mientras ni siquiera se envían libretas de calificaciones a las escuelas. Pantallas y circo mientras en los comedores escolares se come con dos pesos por alumno. Argentinismo y nacionalismo simbólico futbolero un mes -o unos días, cada cuatro años- mientras todos los días, y todos los años, cualquiera hace cualquier cosa y no le importa un carajo. Pantallas y circo -ya ni siquiera es pan y circo- en medio de tantas necesidades, de los que incluso gustan y participan del espectáculo.
Cachetazo para ese par de payasos ridículos que se colaron a la caravana argenta que festejaba el triunfo contra México, y que no podían dejar de mezclar -por su propia estupidez y por su propia miseria personal- el fútbol con la política y su oportunismo caravanesco oficialista.
¿Dónde se habrán metido sus vuvuzelas y sus banderitas?
Terminó el partido y hago zapping: en la TV Alemana (la DW-TV) había un programa de arte...
Pienso: ¿Qué diferencias de fondo hay entre el argentinismo mediático y mercantil futbolero actual y el nacionalismo futbolero procesista instituído en 1978?.
Sigo con el zapping: ahora los “periodistas” argentinos no saben ahora que decir...
Vuelvo al canal de TV alemán: acaban de concretar la goleada del mundial y dejaron afuera a la Argentina de Maradona, pero sigue el programa de arte. Simplemente han agregado una titulera abajo que, con pequeñas letras indica que Alemania le ganó a Argentina 4 a 0.
Pienso: ¿cuándo vamos a aprender? ¿Cuándo vamos a cambiar?
Mauricio Castaldo
3/7/2010
Hoy por hoy
¿Jugamos como vivimos?
Carlos Damonte - Jefe de Redacción de UNO - 4/7
Si es verdad que –como se pregonó hasta el hastío desde la maquinaria de medios K– en el Mundial jugamos al fútbol como vivimos, la Argentina debe ser una nación dominada por la injusticia. El espectáculo del equipo nacional ayer fue una descoordinada suma de individualidades de ricos jugadores con pobreza proverbial de conceptos para funcionar como equipo.
Y encima, para disgusto de los entrerrianos, el Sonri Heinze mostró más garra que eficacia, parecía uruguayo. Por si fuera poco el triunfo teutón fue celebrado en su terruño: Crespo, caracterizada ciudad donde la inmigración germana halló cobijo y algún descendiente puso el pasaporte con doble ciudadanía por encima de la tierra que le vio nacer.
Con el paso de las horas, los voceros del ‘jugamos como vivimos’ no aparecen para explicar los sucesos. Supongo que aún esperan enhebrar un par de frases para dar forma a la excusa. El pedido de disculpas es muy posible que se demore en llegar.
Que el fútbol y la política se dan la mano desde siempre resulta una verdad irrefutable. Y que en general esa sociedad acaba mal también. Está plasmada en las barras bravas que viven de los dirigentes sean del palo que sean; o en los que aspiran a ocupar cargos en el Estado por ostentar puestos en clubes ganadores. Una de sus expresiones más acabadas se ve en los clubes de ascenso vertiginoso que caen igual de rápido cuando el mecenas se aparta.
Y no aprendemos más: el Mundial del 78 no hizo que la dictadura parezca ser más blanda de lo terrorífica que fue. El trillado mensaje que el triunfo futbolístico implica también un éxito del gobierno se demolió ayer de nuevo con cuatro goles tremendos.
Es definitiva, no jugamos como vivimos ganemos o perdamos por goleada. El fútbol profesional es un espectáculo que funciona como una fábrica de millonarios para pocos a la vez que representa una pasión para los millones que lo vemos desde las tribunas o la tevé. Soy parte de esa mayoría pasionaria que se esperanzó con un rotundo éxito del equipo del Diego y ahora no encuentra consuelo más que en las dos perlas que dejó este Mundial: el fabuloso tesón de Carlitos y el gol inolvidable del Titán en una copa del Mundo.
Queda por hacer lo mismo que la mayoría: dar vuelta la página y a seguir trabajando.
Esto que pasa . Metáfora de una derrota- Pepe Eliaschev
...En fútbol, Alemania lo hizo todo sencillo y versátil. Si uno se desprendía por segundos de la anécdota futbolística, lo que veía era sencillez, velocidad, empeño y -claro- enorme capacidad para la tarea. No era un elenco de “prima donnas” sino una cooperativa de cracks, todos ellos comprometidos con bajar y subir, circular y compartir. El fútbol de la Argentina, por su lado, fue una combinación de pelotazos y caprichos, desnudados por la temible superioridad del rival y su inteligencia operativa.
Todo esto que deriva de la observación de un cronista cuya única especialización deportiva es seguir amando el deporte del fútbol, su intrínseca belleza, tiene además otras derivaciones. La Argentina se propuso un proyecto de fútbol sostenido, en definitiva, sobre el aprovechamiento del prestigio y la magia de un par de individualidades, sin vocación comunitaria ni ideología auténticamente sustentada en el trabajo, la continuidad y la modestia...
–Nos fallaste, Barba- –¡Epa!: nunca fui argentino
Ricardo Leguizamón
Dios seguro habrá estado mofándose de todos nosotros: con toque de queda, un espléndido sábado primaveral en medio de un invierno turbador, la ciudad se había enfrascado en una siesta apresurada, y casi nadie pisaba las calles. La tele, la imagen de la tele, la imagen de la tele en cadena, replicada en cientos de miles de lugares lo mismo, una promesa de fiesta continua que después derivó en el infierno tan temido.
Aquí, y también allá, todos abrazados a un trozo de tela celeste y blanca –“Llevate la camiseta de Argentina a 49,90”, promocionaba un super, que vistió a todos sus empleados con ridículas camisetas ídem–, así, entonces, enfundados todos con lienzos bicolor, esto parecía una sociedad horizontal. Eso, a fin de cuentas, es lo único que iguala: la pasión futbolera, la patria convertida en gambetas y tiros al arco, y en medio, mezclada la religión, trastocada en pura superchería: un rosario que el Altísimo entrelazó en su dedos y que lo mantuvo lo que duró la fe en Sudáfrica. Total, Dios es argentino. ¿Es?...
Ojalá sirva la lección alemana
Por Juan Pablo Varsky
Para LA NACION
Alemania nos dio una lección de fútbol. Jugó el partido perfecto. Confirmó que funcionamiento no sólo significa defenderse con orden. Demostró que para ser ofensivo no hace falta amontonar delanteros. A partir de su compromiso con un plan, todos sus jugadores supieron atacar y defender en los momentos y lugares indicados. La Argentina perdió 0-4 contra algo más que un equipazo. Cayó contra una idea bien ejecutada, contra un proyecto que llevó años de construcción. Primero Jürgen Klinsmann y ahora Joachim Löw desmontaron el patrón del lanzamiento directo, sin elaboración y sin talento, que tan exitoso había sido para el fútbol alemán. Convencieron a los futbolistas de que se podía jugar al toque y al engaño sin perder un gramo de intensidad. Les inculcaron que la condición física sirve como complemento de un estilo pero no alcanza para definir una identidad. Ni siquiera una gran frustración como la del Mundial pasado (derrota en casa contra Italia en semis) interrumpió este proceso revolucionario. Lo profundizó con la incorporación de jugadores jóvenes como Özil, Müller y Khedira. Repitió seis titulares respecto del duelo de Berlín 2006. Y su evolución quedó plasmada en esta paliza, la peor para el seleccionado argentino en mundiales desde el 0-4 ante Holanda modelo ´74 en Gelsenkirchen.
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