Cuatro activistas se encuentran encerrados en las minas de Mariaratz. Encerrados para defender sus ideas y denunciar la «falta de sentido de los poderosos». Contra el TAV sus cuerpos son sus armas y la «acción directa» su camino.
Janire ARRONDO | ORDIZIA
En octubre del año pasado varios activistas se encaramaron a árboles centenarios en Berostegi (Legorreta) para detener las obras del Tren de Alta Velocidad. Ahora, cuatro opositores al proyecto se encuentran encadenados bajo tierra, sumergidos en las antiguas minas de Mariaratz entre Beasain y Ordizia. Cuatro personas encerradas, según los miembros de AHT Gelditu! Elkarlana, «sin posibilidad de salir». Pero los activistas no están solos, fuera se ha reunido mucha gente para protegerles y darles su apoyo. Han formado el grupo Haitzuloetako Aurkariak.
Cerca de las obras de Mariaratz hay explosiones diarias. Detonaciones que «destrozan» la tierra y todo lo que hay sobre ella. Una portavoz del grupo de apoyo a los activistas relató que «a consecuencia de las explosiones las minas pueden derrumbarse, poniendo en peligro la vida de estas cuatro personas». Conscientes de que el riesgo es alto y que su vida corre peligro, se han metido en las profundidades «para afianzar la tierra con sus cuerpos».
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