...LOS NÚMEROS. No se duda que por estos días la cuestión más urticante es la del 82 por ciento móvil para la jubilación mínima. Sendos proyectos de la oposición, uno en el Senado, otro en Diputados, esperan dictámenes de comisión para su tratamiento parlamentario. Los propulsores de la idea sostienen que es factible y muestran sus números. La Anses –aseguran, según datos oficiales- tiene un superávit anual de 52.000 millones de pesos, más 149.000 millones del fondo de garantía de sustentabilidad del sistema. El 82 por ciento sólo para quienes perciben el mínimo, significará una erogación de 22.500 millones más al año. No se derrumbará ninguna pirámide. En cambio, el beneficiario de la jubilación mínima que percibe 895 pesos pasará a cobrar 1.230 pesos.
Dice el gobierno que es imposible pagar esos montos. “Propuesta demagógica”, definió el jefe de gabinete, Aníbal Fernández. De “ligereza y liviandad”, acusó el ministro Boudou a los autores de la iniciativa. “Son irresponsables”, tronó el ministro Tomada. Y así todo por el estilo. Bien se sabe que el gobierno usa fondos de la Anses desde hace un año y medio cuando se reestatizó el sistema previsional. Por ahí se encuentran algunas explicaciones a la ofuscación oficialista. Otras apuntan al 82 como próxima bandera electoral de Kirchner, de esta manera arrebatada por la oposición.
Así las cosas el oficialismo calcula que a este partido lo perderá en las dos cámaras y a la Presidenta no le quedará otro recurso que vetar la ley con el consiguiente desgaste político. A su vez la oposición no duda que habrá veto. En consecuencia es un asunto de previsible final. Un callejón sin salida. Unos y otros lo saben. Entonces, ¿por qué no conversar en vez de jugar a la cinchada? De jubilados se está hablando. No de chocolatines. Vale la pena arrinconar los orgullos y dialogar. Porque además los números son números, no fantasías. Se los pone sobre la mesa, se suma, se resta, se añade, se quita. Y quizá no se llegue al 82, pero hasta se puede andar cerca para empezar a pagar la deuda eterna. La deuda con los viejos que se mueren sin cobrarla.
El Diario-4/7-Leer
Dice el gobierno que es imposible pagar esos montos. “Propuesta demagógica”, definió el jefe de gabinete, Aníbal Fernández. De “ligereza y liviandad”, acusó el ministro Boudou a los autores de la iniciativa. “Son irresponsables”, tronó el ministro Tomada. Y así todo por el estilo. Bien se sabe que el gobierno usa fondos de la Anses desde hace un año y medio cuando se reestatizó el sistema previsional. Por ahí se encuentran algunas explicaciones a la ofuscación oficialista. Otras apuntan al 82 como próxima bandera electoral de Kirchner, de esta manera arrebatada por la oposición.
Así las cosas el oficialismo calcula que a este partido lo perderá en las dos cámaras y a la Presidenta no le quedará otro recurso que vetar la ley con el consiguiente desgaste político. A su vez la oposición no duda que habrá veto. En consecuencia es un asunto de previsible final. Un callejón sin salida. Unos y otros lo saben. Entonces, ¿por qué no conversar en vez de jugar a la cinchada? De jubilados se está hablando. No de chocolatines. Vale la pena arrinconar los orgullos y dialogar. Porque además los números son números, no fantasías. Se los pone sobre la mesa, se suma, se resta, se añade, se quita. Y quizá no se llegue al 82, pero hasta se puede andar cerca para empezar a pagar la deuda eterna. La deuda con los viejos que se mueren sin cobrarla.
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