Una revolución paradigmática se desata ante nuestros ojos y transforma la manera en que hasta el momento hemos concebido y nos hemos propuesto la salvación nacional en medio de la profundización de la crisis política, social y económica en que nos ha sumido ascendentemente nuestra condición colonial capitalista. Sin embargo, no basta hoy con denunciar la profundización creciente de una crisis que ya nos parece perenne, aunque asuma hoy matices tal vez inéditos en la historia reciente de Puerto Rico. La crisis no se habrá de superar sin la necesaria suma de fuerzas sociales para la articulación de un nuevo proyecto de país que proponga alternativas reales ante situaciones reales, y que demuestre la capacidad decidida de sus promotores para construirlas.
Si nos vemos gobernados hoy por una pandilla de atorrantes y corruptos es porque lo hemos permitido. No hemos sabido contestar la hegemonía precaria de esta lumpenburguesía y sus adláteres a partir de acciones de contra-hegemonía, que no es lo mismo que actos de protesta. La contra-hegemonía sólo se construye agrupando en una propuesta global de cambio todas las reivindicaciones y acciones particulares que propenden al bien común y a la constitución de un nuevo bloque social y político de fuerzas que asuman, a partir de ella, la gobernanza sobre los asuntos concretos del país.
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