Distintas perspectivas sobre la economía que viene: para Casaretto, el crecimiento en 2012 superará las expectativas iniciales. Para Lafferriere, las medidas adoptadas solo son “manotazos”
Daniel Caraffini
De la Redacción de UNO
dcaraffini@unoentrerios.com.ar
Diferente es la visión de Lafferriere. El titular de la cátedra de Economía de la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER y responsable del curso Economía para Todos sostiene que “la notable recuperación y la posterior expansión que mostró la economía argentina a partir de 2003 tuvo varios ‘motores’ que la propulsaron, pero la mayoría se ha ido apagando y hoy queda solo uno (el precio de la soja a niveles astronómicos)”.
“Si bien es cierto que se trata de uno de los impulsores más potentes, ya no alcanza en la actualidad a cubrir el agotamiento del resto, ni las deformaciones que provocó un crecimiento asentado en una fuerte concentración y en claros desequilibrios sectoriales, además de la elevada desigualdad distributiva que fue consolidando en su transcurso y la masiva exclusión social oculta bajo el aumento del empleo público y de los subsidios clientelares masivos”, aportó.
El docente universitario sostuvo que el escenario inicial de elevada capacidad ociosa, salarios por el piso, baja demanda interna, reducida presión tributaria, déficits fiscal y externo, entre otros, dio lugar a partir de la devaluación del peso y su posterior estabilidad (en la paridad alrededor del tres a uno), a un proceso inflacionario que permitió la recuperación de la rentabilidad empresaria (sin necesidad de grandes inversiones y con costos laborales reducidos) y a una situación de alta protección cambiaria frente a los bienes importados y una favorable situación para aumentar las exportaciones.
Lafferriere reseñó que desde 2003 hubo gradual recuperación del empleo (aunque de baja calidad, dijo), de los salarios y de la presión tributaria basada en dos factores: retención a las exportaciones primarias y tributos indirectos que suben con las ventas y los precios), a la vez que potenciaron la demanda interna mejoraron las cuentas públicas.
En ese sentido añadió que desde 2007 varios factores iniciales favorables fueron cambiando el panorama. “Ocupada la capacidad ociosa con años de reactivación, se requería aumentar la inversión productiva a tasas más elevadas para acompañar el crecimiento de la demanda. Pero la estructura concentrada de la mayoría de los sectores económicos puso en evidencia que las grandes corporaciones que dominan los mercados en la Argentina tenían otra estrategia: en lugar de ampliar capacidad, y ante los aumentos de salarios otorgados, optaban por subir los precios (conservando las superganancias)”, reflexionó.
El ciclo expansivo fue modificando las condiciones iniciales y consolidando los desequilibrios y deformaciones heredados de la década del 90.
Momento de decisiones
Para Lafferriere, 2012 se precipitó con un cóctel explosivo de subsidios gigantescos (e insostenibles), pérdida del superávit fiscal, inflación creciente, dólar devaluado (“que significa menos protección y menor competitividad de la producción nacional”), deuda pública creciente y a ritmo peligroso. “Solo el motor encendido de los precios de la soja y otros bienes primarios ayudan a posponer el inicio de una crisis de magnitud”.
La crisis económica internacional, que lejos está de superarse, “de agravarse podría provocar una catástrofe interna”.
Y respecto de las medidas tomadas por el Gobierno, dijo que “por ahora son solo manotazos que no tocan las bases estructurales, sino meros parches desesperados que apenas si alcanzan para posponer medidas de mayor magnitud. “Si el dólar sigue barato, la mayor presión (después de unos meses de alivio por el ingreso generado por las exportaciones primarias) se hará sentir con mucha fuerza. Pero un dólar más caro avivará el proceso inflacionario y hará difícil cumplir con los pagos de la deuda”.
Finalmente, el docente apuntó que “también podría darse el escenario del inicio de un proceso recesivo, donde en paralelo se aminore la inflación. Pero sería igualmente catastrófico para las finanzas públicas, porque sin aumento de las ventas y de los precios, caería drásticamente la recaudación y provocaría un colapso con un final abierto, ya que el Gobierno no tendrá muchas chances y deberá decidir si continúa priorizando el pago a los acreedores y los subsidios a los grandes grupos empresarios (a costa de fuertes recortes que afectarán a los que menos tienen), o priorizar el interés de las mayorías (poniendo límite a las superrentas y superbeneficios del capital más concentrado)”...
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La próxima reunión será el jueves y los funcionarios prometen llevar un panorama más claro para diseñar medidas de reducción del déficit. Los gremios no negocian el 82% ni las edades.
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