viernes, 27 de abril de 2012

Periódico El Trabajador Nro 24




CS y TPR marchamos para denunciar estatización trucha de YPF

 




"Soberanía" para las grandes multinacionales


No habían terminado de anunciar el proyecto de expropiación de una parte de las acciones de YPF-Repsol, cuando los interventores, Julio De Vido y Axel Kicillof, se reunían con representantes de las multinacionales, entre ellas las norteamericanas Chevron y Exxon Mobil o la francesa Total, para ofrecerles negocios con la “nueva” YPF. Si miramos el carácter de los acuerdos de este Estado en otras ramas de la economía, como la minería o el transporte e incluso en la producción petrolera, con las otras empresas, se entiende el entusiasmo de estas multinacionales por sumarse al negocio.
Luego del berrinche diplomático inicial, el gobierno español y Repsol bajaron su “beligerancia” y se concentraron en exigir una indemnización “justa”. Es que el Estado Español responde al conjunto de su clase empresaria, que mantiene grandes inversiones en Argentina, en bancos y privatizadas no menos saqueadoras que Repsol, y pretende sostener sus negocios como primer inversor extranjero en el país, con activos por cerca de 24 mil millones de dólares (El Mundo 18/4). Pero además, con las ganancias millonarias remitidas por Repsol y con lo que el gobierno está dispuesto a pagar, hasta una “mínima” propuesta sería un negocio redondo para la multinacional.

La expropiación parcial de YPF y el ciclo kirchnerista...





Si el petróleo y el gas estuvieran bajo control obrero






Dijo José Leiva, Secretario General de la Organización Sindical Mineros Argentinos (OSMA-CTA):
“Se habla mucho de la estatización del 51% de YPF. Bueno, yo creo en una minería que también se vaya nacionalizando, en la que el país tenga el control de esa extracción minera”.
“El problema es la megaminería, que es tan destructiva. Se puede hacer una minería a otra escala”.
“Nosotros estamos destruyendo un cerro. En 5 años lo hemos hecho mierda”.
“Lo peor es el uso del agua. La cantidad que se consume es inimaginable. Acá no hay caudalímetro a propósito, para que nadie sepa cuánta usan”.





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