Ante la crisis del Banco Central, el gobierno debió reconocer el fracaso del intento de echar a Redrado por decreto y ahora busca sacárselo de encima mediante el trámite de una comisión parlamentaria. Pero la cuestión del Fondo del Bicentenario, es decir, el destino de los 6.500 millones de dólares de las reservas, sigue empantanada.
El agotamiento de la autoridad de los Kirchner no está solo en las dificultades de imponer los Decretos de Necesidad y Urgencia (o los vetos presidenciales) que chocan con una nueva relación de fuerzas con la oposición en el Congreso, como resultado de las elecciones del 28 de junio pasado. Lo que, de fondo, está en juego es el intento del gobierno kirchnerista de arbitrar entre las clases fundamentales que determinan la relación de fuerzas en la Argentina semicolonial. Los Kirchner intentan conciliar los intereses del capital financiero con el plan del nuevo canje de deuda y, al mismo tiempo, mantener el gasto público hacia los sectores más bajos de la clase trabajadora, con la asignación por hijo y la obra pública de trabajo precario y controlar los acuerdos salariales de los trabajadores por debajo de la inflación mediante los pactos de la burocracia sindical de la CGT.
No hay comentarios:
Publicar un comentario