miércoles, 5 de octubre de 2011

Islandia: la revolución vuelve a las calles


Traducido por Gorka Larrabeiti


Reykjavik. La primera ministra Johanna Sigurdardóttir está encerrada en el Althingi, el Parlamento islandés, para explicar al gobierno y a los diputados por qué no se puede aplazar y menos aún cancelar el pago de la deuda con Gran Bretaña y Holanda. Fuera del Parlamento, el pueblo islandés demuestra su desacuerdo. Gente de todas las edades y origen social se han ido reuniendo. Primero eran decenas, luego cientos que expresan su rechazo haciendo ruido con cacerolas, bidones y postes eléctricos. Trompetas, silbos y megáfonos provocan una algarabía inverosímil. De vez en cuando alguien asoma su cabeza desde desde las ventanas del Palacio. Los manifestantes no cejan. Siguen ahí durante horas hasta bien entrada la noche. Saltan todos a la vez, la tierra tiembla. "Ya mandamos un gobierno y un parlamento a casa. Vamos a hacer lo mismo con ellos, dice uno de los jóvenes presentes. Kristin, que tiene 72 años, enseña coraje: "Estamos perdiendo todo. Nuestros ahorros, nuestras casas. No estamos por la labor de pagar las deudas de unos pocos banqueros sinvergüenzas que se escaparon al extranjero a bordo de sus jet privados a costa nuestra. ¡No lo permitiremos!"

Después de la bancarrota de 2008 debida al derrumbe del sistema bancario, el pueblo islandés votó en sendos referéndums para oponerse al pago de la deuda monstruosa creada por la gestión criminal de los tres principales bancos del país.






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