Hace algo más de dos años Túnez vivió un levantamiento popular en la región minera de Gafsa. Durante cuatro meses la policía reprimió de manera sangrienta y con total impunidad una revuelta ocultada y silenciada por la prensa occidental. En el país las cosas no fueron muy diferentes, el ministerio de Propaganda controlaba y censuraba todos los medios de comunicación. Fahem Boukadous, un periodista que trabajaba para una televisión vía satélite, fue condenado a cuatro años de cárcel acusado de “asociación criminal” y de difundir información que atentaba contra el orden público.
La prensa libre nunca existió en Túnez. Hasta ahora.
Un día después de la cobarde huida del dictador Zine El Abidine Ben Alí la Asociación de Periodistas de Túnez convocó una asamblea para decidir el futuro de la profesión. El veterano Baouri lo explicó así: “Sólo nos queda ser libres. Si ahora no lo hacemos, si ahora no vencemos el miedo y asumimos la responsabilidad de informar, la revolución morirá”. En la misma línea se expresó Abdrauf Bahi: “Ahora nos toca a nosotros. Debemos acabar esta revolución. El pueblo nos ha dado una responsabilidad histórica y le debemos la información que necesita. Nadie debe volver a decirnos sobre qué escribir”. Bahi propuso además ocupar los medios propiedad de la familia Ben Alí y socializarlos.
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