Mientras las protestas sacudían Túnez, las principales ciudades de la vecina Argelia también se incendiaron en enero. Las razones por las cuales se rebeló durante una semana la juventud argelina son las mismas que llevaron, en el país limítrofe, a la caída de Ben Ali: la injusticia, la ausencia de futuro para una juventud condenada a la desocupación y a la miseria.
La gota que hizo colmar el vaso fue el incremento por parte del gobierno de los productos de primera necesidad. El costo de la harina y del aceite se ha doblado en los últimos meses, hasta alcanzar precios récord, mientras que el kilo de azúcar, que hace pocos meses apenas costaba 70 dinares, unos 0,7 euros, ha llegado hasta los 150 dinares, unos 1,5 euros. El salario mínimo de 150.000 dinares (150 euros), cuando un miembro de la familia al menos tiene la suerte de cobrarlo, solo cubre un cuarto de las necesidades básicas de un hogar.
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