sábado, 20 de noviembre de 2010

Venezuela en el corazón - Gonzalo Abella

Firmes posturas antiimperialistas oficiales, contradicciones en el gobierno, bolsones de corrupción en el Estado, solidez y avances revolucionarios por abajo. El abajo apunta hacia arriba. El proceso de organización barrial y campesina ya no se frena ni aunque Chávez se diera vuelta, cosa que no va a ocurrir. Chávez sabe que esa es su mejor obra. Mientras tanto, él oscila y hace concesiones, recula y de inmediato larga una ofensiva verbal demoledora contra la institucionalidad burguesa legitimando así la ofensiva popular. Navegando entre tempestades saluda ceremoniosamente al presidente de Colombia, firma un convenio nuclear con Rusia, se compromete ante China para ampliar el área de monocultivo del banano con agrotóxicos en los fértiles valles al Sur del Lago, y consolida la posición de militares nacionalistas que son leales a Chávez pero no tanto a un proceso popular de base. Y Chávez vuelve a llamar a la soberanía alimentaria, firma convenios con el Movimento dos sem terra do Brasil para procesos educativos conjuntos.

En el barrio 23 de enero se convoca a un homenaje al Mono Jojoy, héroe de las FARC. El alcalde “chavista” aconseja no hacerlo “por razones de prudencia política”. La respuesta es un mar de camisetas rojas y banderas de la insurgencia colombiana.

Pero vayamos a lo que fui.

El encuentro sobre Agroecología tuvo por sede la Escuela Venezolana de Planificación, un centro estatal de postgrados dependiente del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior. Su objetivo explícito es apoyar el proceso de planificación en la fase de transición al socialismo. Pero ¿está Venezuela en una fase de transición?

Primer debate encendido: la naturaleza de clase del Estado venezolano. Para la mayoría de la izquierda chavista consecuente, el venezolano es un estado burgués que enmarca un proceso de revolución desde abajo y un gobierno con posiciones predominantemente antimperialistas que estimula desde arriba (con vacilaciones) la participación popular. Con todo el respeto, con todo cariño, pienso que definir al Estado bolivariano como burgués es incorrecto. La definición de estos camaradas se basa en el hecho real de que los medios de producción siguen en gran parte en manos de los capitalistas y de las trasnacionales, y en que los medio de información privados son activamente reaccionarios y terroristas. Pero si entendemos el Estado como un elemento de la superestructura, como la máquina de represión de una clase sobre otra, entonces no debemos confundir el Estado con el Modo de Producción. La Constitución bolivariana no es sólo democrático burguesa: expresa la alianza del pueblo trabajador con los pueblos originarios y da al Estado bolivariano una definición antiimperialsta. Yo no lo llamaría todavía “estado de transición al socialismo”, pero sí lo definiría como un marco institucional que facilita la etapa antimperialista y de liberación nacional. En ese marco institucional su brazo armado, con la contradicción aún instalada en su seno, con represores periféricos, va alineando en lo general en una definición bolivariana. Las escuelas militares para adolescentes de ambos sexos tienen textos de Marx, de Bolívar y de Eduardo Galeano como lecturas obligatorias de su primer semestre.

El segundo tema tiene que ver con las políticas de Estado y sus virajes tácticos no siempre justificables.

El alineamiento con Cuba se consolida. Los militantes bolivarianos debaten como cosa propia sobre el futuro VI Congreso del PC de Cuba y valoran en general positivamente el documento preparatorio que exige mayor protagonismo de base y menor intervención estatal en la circulación minorista, dentro de una economía planificada que no desea seguir el modelo claudicante chino pero quiere tomar de él cierta flexibilidad de gestión por abajo. La experiencia venezolana les hace ver como positivo el ajuste cubano al que definen como antiburocrático. La cooperación cubana ha consolidado la amistad entre los pueblos, pero no todos los cubanos de las misiones han estado a la altura de las circunstancias. El heroísmo, la humildad y la abnegación de la mayoría contrasta con la desacertada postura “doctoral” de unos pocos y la aún menos numerosa deserción de profesionales que han aprovechado la misión en Caracas para emigrar a USA. Los reaccionaros “escuálidos” hablan con ironía de que para esos cubanos, la misión “Barrio Adentro” se ha transformado en “barrio afuera”. También acusan demagógicamente a los cubanos de “llevarse los dólares que el pueblo necesita”. Pero en esencia, la colaboración cubano-venezolana ha obtenido resultados excelentes y el pueblo lo sabe. Para ser lo más objetivos posible, diré que algún cubano observó con agudeza crítica que cuando Cuba está escasa de recursos apela a las mejores opciones de autogestión sustentable, pero cuando llegan recursos de Venezuela algunos decisores cubanos vuelven a tentarse con el empleo de agrotóxicos y con la industrialización tradicional y contaminante. Lo importante, lo saludable, es la pasión con la que se discute sobre estos temas cruciales. La política educativa del Estado bolivariano ha posibilitado el marco cultural para que ese debate popular tenga un alto nivel de politización.

Pero el eje fundamental sigue siendo la participación popular y, como diríamos los viejos, “el estado de ánimo de las masas”. Y ahí el torrente es arrollador. También son chavistas aquellos barrios organizados que últimamente han optado por la abstención electoral para expresar su exigencia de que el proceso se profundice, que no se estanque. Exigen acabar con los corruptos que aún siguen enquistados en algunas alcaldías rojas y en el seno del PSUV.

Las fuerzas motrices del proceso revolucionario aparecen ahora con meridiana claridad. Los obreros urbanos, el campesinado cooperativista, los estudiantes de secundaria, la minoría consecuentemente revolucionaria del estudiantado universitario, los pueblos originarios organizados, todo converge con ese universo hacinado en los cerros, ese universo de la precariedad laboral y del mercado informal de los más pobres, que es la columna vertebral rojo-rojita que asusta y enfurece a los oligarcas.

La lucha de clases sólo se interrumpe por un instante cuando el béisbol conjuga su verbo dominante. “Rojos” y “escuálidos se unen para alentar a los Navegantes de Magallanes o a los Leones de Caracas. Vagamente, la “vino tinto” futbolera también neutraliza por un instante la lucha de clases. Pero es sólo un instante. El odio de clase aparece en ambos polos de una sociedad dividida.

Me dijo una elegante dama “escuálida” en el aeropuerto:

“En mi Venezuela gobierna esa clase de gente que usted nunca invitaría a su casa, es el reino de los ignorantes; y así nos va. Mi empleada tiene carro y televisión plasma, porque le pago bien; nunca tuvimos un problema, pero ahora me odia y dice que soy oligarca”.

Y la gran batalla política es por las capas medias de pequeños empresarios, funcionarios con ingresos altos y profesionales universitarios que oscilan entre un sentimiento de justicia social, y su pérdida de status frente a una nueva intelectualidad surgida de los más humildes. Les asusta la inflación galopante y no está claro si comprenderán que no es insuficiencia del Gobierno sino manipulación de los ricos, como éstos siempre pueden hacerlo en un Modo de Producción predominantemente capitalista.

La Escuela Venezolana de Planificación tiene un edificio equipado con todas las comodidades académicas imaginables. No fue fácil encontrar y trasladar a su inmenso auditorio, lleno de sofisticados instrumentos, una humilde pizarra que solicité sin la debida anticipación. Se sorprendieron cuando dije que no traía un power-point para apoyar mi exposición.

En esta sede, no lujosa sino altamente funcional, el Congreso de Agroecología lo organizaba la Escuela Latinoamericana de Agroecología Paulo Freire, que tiene una sede venezolana en el estado de Barinas y sedes rotativas en los campamentos de los Sem terra en Brasil. Ahora comienza a funcionar en Ecuador, en Bolivia y en los campamentos de los Sin Tierra del Paraguay así como en varias universidades cubanas.

Me emocionó el eco augusto de la voz recuperada de la mujer campesina, y el cariño con que la recibían los jóvenes y los académicos.

Como nada es perfecto, piensan hacer una Escuela Complementaria de Veterinaria para la Agroecología… ¡en convenio con el Gobierno uruguayo! Me imagino cómo se reirá Agazzi por dentro diciéndole al Pepe Mujica: los cagamos otra vez, viene más plata.

Pero son detalles. El enorme campus de la Escuela termina en una zona donde se están construyendo dormitorios para quinientos estudiantes latinoamericanos. Al lado se levantará la huerta para experimentos agroecológicos. Uno ya puede soñar con destacamentos de jóvenes que sanen la tierra como lo hacen los egresados de la escuela latinoamericana de Medicina de Cuba con nuestros compatriotas continentales más humildes. Que así sea.


Desde Montevideo

GONZALO ABELLA

20/11/2010

Para A.SXXI-Foro Artiguista Entrerriano

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