domingo, 21 de noviembre de 2010

"Ya no hay marcha atrás, el pueblo saharaui será libre e independiente antes de lo que pensamos"




Damían López López, voluntario del Grupo Jaima Amigos/as de la RASD, es andaluz. Con compañeros suyos, han bajado en varias ocasiones a los Territorios Ocupados y hace unos días estuvieron en los Campamentos de Refugiados Saharauis (Tinduf, Argelia).

Déjame citarte. Hace un mes escribías: “un campamento para recuperar la palabra pisoteada, la voz robada de un pueblo; para demostrar que frente a las agresiones, torturas y detenciones ilegales, frente al expolio de los recursos naturales, frente a la injusticia, frente a la pasividad de terceros países, frente a los intereses económicos, frente a la traición y frente al silencio mediático está la palabra, la inquebrantable y pacífica voz del pueblo saharaui”. ¿El campamento de la Dignidad ha servido para todo eso?

El Campamento por la Dignidad y Libertad ha servido y está sirviendo para todo ello y mucho más. Porque puede que el campamento haya sido arrasado cruel e impunemente por la fuerzas dictatoriales marroquíes con la pasividad y complicidad de gobiernos como el de este país; sin embargo sigue vivo, sigue clavado en nuestra retina, sigue en la conciencia de personas que creen en la justicia. El campamento nunca será borrado porque se ha convertido en uno de los hitos de la historia del pueblo saharaui y un precedente y ejemplo único en la historia de la lucha pacifica de la humanidad.

Rebelión-20/11-Leer



Asteko elkarrizketa

«Euskal Herria es solidaria, pero se podría hacer un poco más»

Conoció a los saharauis cuando aún vivía el dictador español. Y con ellos fue al desierto a defender la patria invadida en 1975. Vivió los horrores de la guerra y del éxodo en la más absoluta nada. Como enfermera, ayudó a que continuara la vida de un pueblo abandonado a su suerte en los arenales. Y ese pueblo la adoptó y le regaló su aprecio y un nuevo nombre: Fatimetu. Aprendió su lengua y vivió catorce años en los campamentos como una refugiada más. De su matrimonio con un militante saharaui tuvo dos bellos hijos que saben escuchar los silencios del desierto y hablar las palabras dulces del euskara. Es Gurutze y es Fatimetu, generosa, euskaldun y saharaui. Por ello cree que se puede hacer más.

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Gara-21/11-Leer




El velo desafía a Occidente

La Nación-21/11


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