lunes, 28 de julio de 2008

Riqueza regresiva en Argentina

Por Oliver Galak

De la Redacción de LA NACION, Buenos AIres

Los subsidios, una de las principales herramientas que en teoría utiliza el Gobierno para cumplir su objetivo de "redistribuir la riqueza", funcionan de una manera extraña: más del 40% de esos recursos terminan beneficiando a las clases medias y altas.

Para peor, como la cantidad de personas con ingresos bajos (inferiores a $ 2000 brutos mensuales) representa el 70% del total, a cada una le toca una cifra notablemente inferior a lo que percibirían sus compatriotas más afortunados si se repartieran entre todos los 34.000 millones de pesos que se destinarían este año a dar subsidios.

Según un estudio de la consultora Prefinex, los trabajadores, jubilados y beneficiarios de planes sociales con ingresos bajos se benefician en promedio con $ 110 mensuales cada uno con subsidios estatales a la energía, el transporte, los alimentos y los planes sociales. Quienes tienen ingresos medios o altos, en cambio, son beneficiados en promedio con $ 180 mensuales que salen de las arcas públicas. En el primer grupo hay 15,6 millones de personas; en el segundo, 6,6 millones.

El informe proyecta que en 2008 el Estado destinará 47.232 millones de pesos en transferencias al sector privado. De ellos, la mayor parte ($ 21.426 millones) se destinará a subsidios a la energía. Luego aparecen los subsidios al transporte ($ 6151 millones), alimentos ($ 3666 millones) y planes sociales ($ 3100 millones). El resto ($ 12.889 millones) son partidas sin identificar.

De los 34.343 millones de pesos en subsidios identificados, 20.327 millones (59,2%) llegan de una manera u otra -tarifas domiciliarias de gas y electricidad congeladas, alimentos más baratos, boletos económicos en colectivos, trenes y subtes- a personas con ingresos inferiores a $ 2000, ubicadas en el quintil 1 y parte del 2 en la pirámide de distribución del ingreso. Otros $ 14.016 millones (40,8%) benefician a quienes ganan más de $ 2000 mensuales, un dato que habla de la regresividad de este recurso. Los únicos subsidios que cumplen con su cometido de redistribuir riqueza a los sectores menos favorecidos en un 100% son los planes sociales (si no se consideran los planes, el porcentaje de subsidios destinados a los sectores de bajos ingresos se reduce al 55%).

Para calcular quién es el beneficiario de los subsidios que reciben las empresas se consideró el consumo de esos productos según los quintiles de la población. Aunque entre los de ingresos bajos se incluyó a personas que están por encima de la línea de la pobreza, ese segmento de la población no llega a quedarse ni con el 60% de los fondos que el Estado destina a contener los precios.

"La verdad es que no se debería destinar un peso a subsidiar a las clases altas. Los 14.000 millones que se gastan con ese fin son mucha plata", consideró el economista Osvaldo Cado, autor del informe junto con Nicolás Bridger. Según su opinión, para corregir la distorsión se podría aplicar un esquema similar al de Brasil, con un aumento gradual de algunos alimentos "y transferencias directas a los estratos más golpeados de la población" para que puedan acceder con facilidad a esos productos.

"Es inadmisible que la mitad de los 3600 millones que se gastan este año para subsidiar alimentos como leche, carne, pan y fideos se lo quede gente que puede pagar mucho más de lo que vale en las góndolas. Cuando hay políticas de subsidios masivos, siempre se lo termina quedando el que puede consumir más", agregó.

Retenciones

Se estima que el Estado recaudará este año por retenciones cerca de 38.000 millones de pesos, más que el total de los subsidios en energía, alimentos, transporte y planes sociales. El aumento de los derechos de exportación había sido justificado por el Gobierno como una herramienta para "redistribuir la riqueza".

Ricardo Delgado, de la consultora Ecolatina, recordó que muchos subsidios "tenían sentido" cuando fueron creados luego de la crisis, pero quedaron desdibujados con el aumento del ingreso medio de la población.

"Se destinan cada vez más subsidios para energía, transporte y alimentos, y los servicios que brindan las empresas que los reciben no son de la calidad que uno desearía. Además, se subsidia en gran parte a los segmentos más altos, sobre todo en la Capital", dijo Delgado. Efectivamente, la ciudad de Buenos Aires, donde los pasajes de colectivos y las tarifas energéticas son más bajos que en el resto de las provincias, tiene un ingreso medio por habitante muy por encima del promedio nacional. "Los subsidios llegan al usuario residencial porteño, pero no al de Santiago del Estero, porque allí el Indec no mide la inflación", afirmó.

El economista Pablo Besmedrisnik, de la Fundación Crear, explicó que en teoría los subsidios son un instrumento eficaz "para compensar de alguna manera a los sectores perjudicados" por los aumentos de precios y por "la necesaria competitividad cambiaria" que requiere el modelo económico.

Sin embargo, aclaró: "Que los subsidios sean cada vez más relevantes en el gasto público y que al mismo tiempo las tarifas de luz y gas en Libertador y Coronel Díaz sean casi insignificantes marcan la pauta de que la efectividad es restringida"

NGV

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