lunes, 13 de diciembre de 2010

Más de un siglo de historia de represión y desalojos en la pelea por la tierra

El papel del Estado ante la problemática de la vivienda ha sido el de la ausencia, la connivencia con terratenientes o grupos económicos inmobiliarios, o la represión.

A través de sus fuerzas de seguridad. Este papel no es nuevo: así lo demuestra la autodenominada “Conquista del Desierto”, con sus correlatos actuales de saqueo a los pueblos originarios y campesinos, y la falta de respuesta a los sectores populares que exigen vivienda digna. De la masacre y el reparto de tierras, de la Huelga de Inquilinos a la dictadura militar, de la UCEP de Mauricio Macri a los asesinatos en comunidades indígenas: un repaso de más de un siglo de represión y despojo a quienes luchan por tierra y vivienda.

En el principio: masacre y reparto

La respuesta se cae de madura, pero la escena se repite. En el mejor de los casos, termina la tanda publicitaria, se prenden las luces del piso y un Santo, con prestigio de hombre serio pero sensible, presenta el problema como un debate entre la legitimidad del derecho a vivir en un ambiente digno y la ilegalidad del accionar de quienes ocupan un espacio que tiene dueño. En el peor de los casos, desde las páginas de algún diario, un abogado señala que construir en suelo ajeno es un delito (e impulsar ese accionar, por supuesto, también) y que no-hay-problema-que-justifique-romper-la-ley.

Cuánta falta les hizo un abogado a los habitantes originales del sur argentino a fines de la década de 1870, cuando los indios de las pampas y la Patagonia fueron cruentamente desalojados por el ejército de Roca, en la autodenominada "conquista del desierto", bajo el gobierno de Nicolás Avellaneda. El saldo de la campaña: miles de indias e indios asesinados y alrededor de 14 mil despojadas y despojados de su suelo y su cultura, apropiadas por las señoras de la "alta sociedad" que precisaban mucamas y cocineras, o mandados al norte como mano de obra gratuita para los ingenios azucareros y las madereras.

Concluido el aniquilamiento, sólo faltaba que el Estado Nacional y la burguesía local repartieran el botín. Dice el historiador Felipe Pigna: "La llamada ’conquista del desierto’ sirvió para que entre 1876 y 1903 (...), el Estado regalase o vendiese por moneditas 41787023 hectáreas a 1843 terratenientes vinculados estrechamente por lazos económicos y/o familiares a los diferentes gobiernos que se sucedieron en aquel período". El propio general Roca fue uno de los beneficiados, con la asignación de 15 mil hectáreas (muchos años después, se lo seguiría homenajeando con una línea de trenes y su retrato en los billetes de cien pesos). El resto, familias que ya eran grandes terratenientes o que iniciaban su camino con esta bendición: los Pereyra Iraola, los Álzaga Unzué, los Luro, los Anchorena, los Martínez de Hoz, los Menéndez, apellidos que suenan por su histórica persistencia en posiciones de poder (político o económico).

De la “Huelga de Inquilinos” a las dictaduras militares...

ANRED-La Haine-13/12-Leer Completo

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