sábado, 19 de mayo de 2012

Hijo de desaparecidos da pelea contra las mineras en Andalgalá



Tenía apenas un año y medio cuando el Ejército y la Policía Bonaerense atacaron su casa con ametralladoras, fuego de mortero y bombas de fósforo; la madrugada del 22 de noviembre de 1976. Como dos días después iba a pasarle a Clara Anahí Mariani, aquella trágica madrugada él fue el único sobreviviente. Antes de morir, su papá logró ponerlo dentro de un colchón enrollado y tirarlo a la casa vecina. Su mamá, que estaba embarazada y le faltaba sólo una semana para dar a luz, murió en la balacera con su bebé en la panza. “A mí me secuestró Etchecolatz y me entregaron a una familia de un suboficial, pero a las dos o tres semanas me recuperaron mis abuelos”, contó Nicolás a Diagonales. Creció en Olavarría, volvió a La Plata a recuperar su historia y desde 2005 vive en Andalgalá, en Catamarca, donde se encontró con la minería a cielo abierto que ahora denuncia. Esta es la primera vez que cuenta su historia a un medio de comunicación.
El 15 de febrero un grupo de élite de la policía catamarqueña desató una brutal represión sobre los vecinos que se oponen a la minera Agua Rica, proyecto que pretende operar a 17 kilómetros de Andalgalá, y que es tres veces más grande que el muy cuestionado Bajo la Alumbrera. Un platense llamado Nicolás Berardi, hijo de desaparecidos, fue detenido ese día a las 17 y liberado 8 horas después, por la presión ejercida por más de 5 mil de los 17 mil vecinos del pueblo, quienes, pese a los golpes, las balas y los gases, rodearon la comisaría y exigieron a pedradas la liberación de los manifestantes detenidos.
De visita en La Plata, Nicolás se tomó unas horas para hablar con Diagonales. La entrevista fue en un bar de 4 y 51, mientras en el ex edificio de la Amia, a media cuadra, se desarrollaba el juicio a los penitenciarios y médicos de la Unidad 9 acusados de crímenes y torturas cometidas en el penal durante la última dictadura. Berardi veía pasar a los militantes, las madres, las abuelas y ex detenidos desaparecidos mientras evocaba su historia.






Carlos Olivera ya está en su casa: ¡Un gran triunfo de la lucha!



Días atrás escribíamos que la Cámara de Apelaciones había ratificado la decisión del tribunal de Lomas de Zamora que resolvió cambiarle el régimen de detención a Carlos Olivera (quien estaba preso en la unidad 45 de Melchor Romero) por otro más aliviado, de carácter domiciliario.  

Decíamos también que esa resolución judicial -apelada sin éxito por la parte querellante- constituía un triunfo de la movilización, ya que acercaba a Carlos a sus familiares, compañeros y amigos y a la tan ansiada libertad.

Finalmente, después de varios días de trámites, el traslado se concretó: ¡Desde las primeras horas de la madrugada del 19 de mayo Carlos se encuentra en su casa disfrutando la compañía de su esposa Martina y de sus hijos Jonatan y Martín.

Este importante triunfo de la lucha y la unidad debe servirnos a todas las personalidades y organizaciones democráticas, combativas y de izquierda que venimos apoyando la justa causa de Carlos, para redoblar la movilización por su libertad definitiva, en el marco de la pelea por el cese de la persecución a todos los luchadores.

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