La república es una forma de gobierno que se caracteriza por la
división de los poderes, de manera tal que esté asegurada su
independencia, en equilibrio, pues la ingerencia de uno en cualquiera
de los otros produciría una ruptura del Estado de Derecho.
Cuando se opta como es nuestro caso por esta forma, los
gobernantes deben ajustarse a las normas que así lo determinan y
regulan.
Mostrar lo contrario implica una patología que no admite
justificativo.
El Poder EJECUTIVO, es elegido por el pueblo, y el LEGISLATIVO
también. El JUDICIAL lo es por el Ejecutivo con acuerdo del
Legislativo.
El pueblo no delibera ni gobierna sino por medio de sus
representantes. El pueblo delega en estos las facultades de gobernar
ya sea construyendo leyes o ejecutando programas, en la proyectiva de
establecer la armonía social.
Así las cosas, el Poder Judicial controlará a los otros dos
poderes para que funcionen de acuerdo a las leyes que rigen el
conjunto colectivo de la comunidad. De acuerdo con mecanismo que
aseguran el control que deberían efectivizar los tres sobre cada uno
y viceversa.
Es, en consecuencia incorrecto que un legislador asuma en su
función la defensa del PE, ya que su función específica es
defender los intereses del pueblo, o que el PE se inmiscuya en las
resoluciones del PJ, o que éste intervenga en decisiones que le
compete tomar a los otros dos.
Es incorrecto que un diputado o un senador, nacionales, o un
legislador provincial o municipal, se arroguen la facultad de
constituirse en voceros de los correspondientes ejecutivos.
Un hecho de esta naturaleza debería ser inmediatamente
sancionado. Es tan inadecuado que un diputado se constituya en
“espada”, como se le llama, del o de la presidente, o del
gobernador o de la gobernadora, o del o de la intendente… Sin
embargo se los ve actuar así, hasta con orgullo… aunque la imagen
que ofrecen a la consideración de la ciudadanía sea de obsecuencia
o de servilismo.
Por cierto, ante un proyecto de ley que se comparte pueden opinar
favorablemente quienes lo deseen, y defenderlo con argumentos si
fuese necesario, pero también pueden oponerse si así lo consideran
necesario quienes pertenecen al mismo sector o grupo o partido del
Ejecutivo si proviniera de él el proyecto en condiciones de ser
analizado.
Pero siempre con absoluta independencia intelectual y con
conciencia autónoma y soberana.
De este modo no importa cuánto porcentaje obtuvo el oficialismo o
cuánto la oposición en los comicios. Esto se termina una vez que
las autoridades electas asumen a las que no debería perdonárseles
jamás que no gobiernen para todo el pueblo.
Cada proyecto de ley será tratado, no según su origen sino según
su contenido. Y el resultado para su sanción o su rechazo obtendrá
aprobaciones o modificaciones o rechazo, según el criterio de cada
legislador, que para eso está, para eso se le paga, y muy bien, muy
por encima – al menos – de cuanto gana un obrero o un empleado
que para poder vivir tienen que trabajar un mínimo determinado de
horas y todos los días hábiles del año, cosa que no se les obliga
a los representantes del pueblo.
El Poder Judicial también goza de sueldos importantes y de un
tratamiento diferente en cuanto a los salarios respecto de los
trabajadores.
Desde el punto de vista ético, la prudencia debe imperar en el
sistema republicano y federal de gobierno, y no menos la austeridad.
Los bienes que se administran pertenecen a la sociedad en su
conjunto, y no se los debe administrar como si surgieran por
generación espontánea. Los bienes del Estado son el producto de las
recaudaciones impositivas, que se distribuyen de una manera muy
dispar. Por lo tanto injusta. Y provienen del esfuerzo y el
sacrificio de los representados.
La democracia Argentina cuenta en su historia con ejemplos de
gobernantes que merecerían ser destacados y expuestos en las
escuelas y universidades, para que la juventud se forme sabiendo que
se puede ser político y honrado, austero y respetuoso de los bienes
generales y sobre todo con un sentido concordante al significado de
las palabras república, federalismo y política.
Debemos crecer con conciencia de qué es la igualdad ante la ley.
Significa saber que representar al pueblo debería ser un honor,
no una posibilidad de incrementar los bienes personales. Porque
política es el arte de lo posible para el bienestar general, no el
arte de lo posible a secas.
Y ello significa, por último, que la política es una profesión
de fe y un enorme compromiso con la sociedad.
Así, de este modo nos acostumbraremos a participar, a dialogar,
a defender nuestros derechos y a cumplir con nuestras obligaciones.
Nadie se sentirá más que nadie, como proponía Artigas, con
meridiana claridad y lo impulsaban Belgrano, Moreno, San Martín… O
como tantos que se fueron de la función pública con lo mismo o con
menos de lo que traían puesto cuando llegaron.
Es nuestro deber ciudadano asumir la responsabilidad cultural y
revolucionaria de trabajar con esta orientación doctrinaria.
No queden dudas que ello devolverá a la política el respeto y la
consideración de la sociedad en su conjunto y se consolidará el
camino del progreso con independencia económica y soberanía
política.
Los argentinos habitamos la tierra más rica del mundo en recursos
naturales, y somos un pueblo que deseamos vivir en paz en armonía
interior y fraternidad internacional.
La mayoría de los argentinos, más allá de los resultados
electorales, trabaja todos los días para vivir mejor y para sostener
la familia, se educa para capacitarse en las propuestas de la
producción y la industria, y merece ser respetada por una clase
dirigente, especialmente la política, que está donde está no por
sí misma sino por el pueblo al cual se debe.
En su “Canto de las Ocupaciones” decía Wald Whitman:
“ …
La suma de todas las referencias conocidas las adiciono en ti,
seas quien fueres.
El Presidente está allí, en la Casa Blanca, para ti y no tú
quien está aquí para él;
los ministros trabajan en sus despachos para ti, no tú aquí para
ellos;
el Congreso se reúne cada doce meses para ti;
las leyes, los tribunales, la organización de los Estados, los
mapas de las ciudades,
el ir y venir del comercio y la correspondencia, son todos para
ti.
Tomad nota queridos discípulos:
las doctrinas, la política y la civilización, de vosotros
surge…”
Pedro Aguer
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