viernes, 11 de mayo de 2012

EL ESPLENDOR DE LA LIGA FEDERAL - Congreso de Arroyo de la China (29 de junio de 1815)

La Revolución de Mayo se inició en Buenos Aires en el año 1810.
Pero la lucha de clases en nuestro continente había comenzado antes de Colón, en la resistencia al Imperio Inca, y después de Colón había continuado sin interrupción, por trescientos años, contra la opresión colonial de España.
En la guerra de independencia convergieron dos columnas no siempre unidas; por un lado la masonería de los terratenientes, enquistada en los cabildos, y por otro los fogones del pueblo armado, donde se unían pueblos originarios, afrodescendientes, criollos rebeldes y europeos libertarios.
El Gremio de los Hacendados (usualmente radicado en las ciudades) fue parte de la oligarquía aún en sus momentos independentistas, y en cambio los hacendados cimarrones (propietarios residentes en el campo) por una razón de supervivencia se sintieron más identificados y asociados con la población mayoritaria de los excluidos y de los perseguidos.
Entre 1811 y 1815 Artigas intenta articular una alianza entre los terratenientes independentistas poderosos y los pueblos en armas, para unirlos contra el enemigo principal, que es la burocracia colonial y su ejército. El enemigo por su parte era apoyado por el poderío militar de Portugal.
Para que los pueblos fueran tenidos en cuenta, y no solo usados, necesitaban demostrar su capacidad militar y política. Por eso el armamento de las milicias en cada pueblo y los congresos populares son una constante en la preocupación de Artigas. Los cabildos abiertos y asambleas como las de setiembre y octubre de 1811 son acompañadas con cientos de reuniones populares en las que, como dice la canción,“de fogón en fogón, se oye la voz” de la gente que no sabe leer y escribir y por lo tanto no lleva actas.
Los orientales conocemos bien la gesta del Éxodo, o “la marcha” como la llamaron los paisanos en su momento. Sabemos que allí, en 1811, el pueblo oriental, incluyendo los  hacendados cimarrones, compartió el pan del exilio con los antiguos esclavos ahora compañeros de infortunio, mientras los charrúas hostigaban las líneas de aprovisionamiento de los portugueses, sus implacables perseguidores. Sabemos que al cruzar el río los orientales  compartieron la humildad solidaria de los entrerrianos y recibieron las carretas que llegaban del Paraguay con telas para vestirse y abrigarse y alimentos para sobrevivir. El pueblo oriental en aquellos campamentos entrerrianos vio por primera vez desfilar a los guaraníes misioneros, en impecable formación militar, poniéndose a las órdenes de Artigas. El pueblo oriental que volvió del Éxodo, por lo tanto, había recibido una lección práctica de internacionalismo. Ahora estaba maduro para la Liga Federal.
El 20 de enero de 1814 Artigas abandona el segundo sitio al Montevideo colonial. Buenos Aires lo declara traidor, pero él comienza la fase radical y guerrillera de su proyecto. Ya el 22 de febrero los artiguistas y los entrerrianos vencen en la batalla de Espinillo, en suelo entrerriano, derrotando al Barón Von Holmberg que estaba al servicio de Buenos Aires. El gobierno de Buenos Aires, gracias a las batallas navales del Almirante Brown, había tomado Montevideo, expulsando a los españoles, pero ahora la resistencia al gobierno oligárquico porteño se expande por las provincias.
En enero de 1815, ya en Purificación, ese mismo Artigas que había solicitado clemencia para los vencidos en 1811, ahora manda fusilar al traidor Perugorría. La guerra iba en serio. Los federales artiguistas vencen  a los porteños en Guayabos y en febrero Fernando Otorgués entra victorioso por las murallas de Montevideo enarbolando la bandera de Artigas. “Quizás ahora Buenos Aires vea su desengaño” escribe Artigas, que aún espera un arreglo para bien de toda la causa.  
Artigas y el entrerriano Ramírez piensan que es hora de convocar a todas las fuerzas populares de las provincias de la Liga Federal, incluyendo a los sectores sociales más excluidos, para adoptar una posición única ante un futuro congreso de todas las provincias.  Este Congreso Federal de los Pueblos Libres debía hacerse en Arroyo de la China. Se conserva la nota de Artigas al gobernador de misiones, Andresito, donde solicita “…que cada pueblo mande su diputado indio al Arroyo de la China. Usted dejará a lo pueblos en plena libertad para elegirlos a su satisfacción pero cuidando que sean hombres de bien, y con alguna capacidad para resolver lo conveniente” 
Los sucesos se precipitan. Ante la resistencia de las provincias y del pueblo “orillero” de Buenos Aires, cae el poder oligárquico en la capital, pero lo reemplazan Rondeau y Alvarez Thomas que sólo de palabra se reconcilian con Artigas. Envían negociadores a Paysandú, ganan tiempo y espían. En ese mismo momento el cabildo de Montevideo (cada vez menos artiguista) también envía al cura Larrañaga a Paysandú a negociar con el Protector. Artigas recibe a todos, pero está viajando permanentemente entre Mercedes y Paysandú para garantizar la representación popular oriental al futuro Congreso de Arroyo dela China. La delegación bonaerense y la montevideana se retiran de Paysandú a mediados de junio, y el 28 Artigas se embarca hacia la costa occidental, para estar por fin solamente entre los suyos.
No tenemos todas las actas del Congreso Federal de los Pueblos Libres de Arroyo de la China, o Congreso de Oriente,  porque entre las mayorías allí convocadas lo que valía era la palabra oral, la palabra inviolable. Sí se conserva el documento que se aprobó y que proclamaba por unanimidad la independencia y la federación, tomando como modelo las Instrucciones del Año XIII de la Provincia Oriental.
No todos los delegados llegaron a la inauguración aquel 29 de junio, y no todos pudieron quedarse hasta el  final, pues el Congreso se dilató casi un mes, al esperar inútilmente por una respuesta de Buenos Aires a los planteos que se le hacían al gobierno de Rondeau.
En realidad  Buenos Aires ignoró este Congreso Federal y convocó su propio congreso interprovincial al año siguiente en Tucumán, donde se declaró finalmente  la independencia el 9 de julio de 1816, como si fuera algo nuevo. 
Pero quedan cartas y documentos que habla del clima fraterno que se vivió en Arroyo de la China. Cuando vuelve Andrés Yacabú, un delegado indio de Misiones, Artigas le otorga el pasaporte correspondiente (un pasaporte era un salvoconducto por una vez y para un solo destino), documento que aún se conserva. Artigas le da además una carta para el gobernador Andresito que dice: “He recibido  a los diputados con todo el afecto que ellos merecen. Los he obsequiado conforme al estado de pobreza que nos rodea. Sin embargo ellos dirán a Ud. cuánto he hecho para agradarlos”.
Hay mil anécdotas vinculadas a los días del congreso, incluyendo la decisión de Artigas  en Purificación de liberar al ilustre doctor cordobés Cossio, injustamente acusado de espía. “Debe procederse con igual rigor contra los delincuentes como contra los delatores sin justificación” sentencia Artigas por entonces. Cossio será un convencido vocero cordobés de las resoluciones del Congreso.
El último pasaporte que firma Artigas, el de Díaz Andino, está fechado el 13 de agosto y es de suponer que este santafecino fue el último diputado en retirarse.
Ya el 10 de  septiembre, mandatado él mismo por los anhelos populares que se expresaron en Arroyo dela China, Artigas firma el Reglamento de Tierras.
Los sucesos de 1815 están en el cenit de la Liga Federal. Aunque los documentos artiguistas de la época parecen cautelosos, y lo son (por ejemplo: el Reglamento reparte tierras sólo “entre los negros libres”) la ola popular revolucionaria ya era imparable. Ni el mismo Artigas ya podría detenerla. Por eso el Gremio de los Hacendados y los masones  decidieron jugar su última carta: solicitar una nueva invasión extranjera. Portugal invadió nuevamente la Banda Oriental en 1817.
La invasión portuguesa no consistió solamente en el desplazamiento de las tropas de élite,  veteranas de las guerras napoleónicas, abastecidas por el Reino Unido de Gran Bretaña. Hubo trabajo previo de inteligencia y se logró reclutar ese miso año de 1817 al comandante oriental Fructuosos Rivera. Este “Don Frutos” tuvo el papel principal en el juego operativo de desinformación hacia Pancho Ramírez, quien creía en su patriotismo y fue fuertemente impactado por sus cartas, donde le decía que Artigas era el que estaba traicionando y que ahora los orientales deseaban matarlo.
Ramírez decidió independizarse  de la confusa situación de la Provincia Oriental y negociar por separado con Buenos Aires, lo cual produjo su ruptura definitiva con Artigas quien a su vez tampoco podía comprender la actitud  de su antiguo compañero entrerriano. Terminaron enfrentados, porque las potencias sabían y saben hacer bien esas cosas.
Ramírez nunca traicionó, empero, sus ideas, y murió heroicamente por ellas en 1821.
Los orientales debemos recordarlo con gran respeto, pues no podemos medir a todos sólo en relación a cómo se hayan portado con Artigas, a que hayan confiado en él o no.
El Entre Ríos será siempre para nosotros la tierra del pan compartido en el Ayui, la tierra ejemplar de Arroyo de la China y de Arroyo Verde. 


Desde Montevideo
GONZALO ABELLA
Para Actividad SXXI - Foro Artiguista Entrerriano

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