Por Zula ((i)) - Thursday, Jul. 17, 2008 at 6:02 PM
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El martes 8 de julio se conocía la sentencia a José Darío Poblete, condenado a reclusión perpetúa. El juicio a Poblete y el fallo de los jueces podría ser uno más de los que suceden cotidianamente en nuestro país, por un asesinato. Sin embargo, este no es un asesino cualquiera.
El martes 8 de julio se conocía la sentencia a José Darío Poblete, condenado a reclusión perpetúa. El juicio a Poblete y el fallo de los jueces podría ser uno más de los que suceden cotidianamente en nuestro país, por un asesinato. Sin embargo, este no es un asesino cualquiera.
La mañana del 4 de abril de 2007, Poblete, lanzó un gas lacrimógeno que impactó en la cabeza de Carlos Fuentealba, a menos de un metro y por la espalda. El maestro fue herido de muerte mientras estaba en el interior de su auto. El junto a sus compañeros y compañeras intentaban realizar un piquete en la zona de Arroyito, provincia de Neuquén, como parte de un plan de lucha en reclamo de mejoras salariales. Unas horas más tarde, moría en el hospital luego que los médicos intentaran infructuosamente salvar su vida.
El mismo día de conocida la sentencia, por el asesinato de Fuentealba, los medios masivos reproducían una y otra vez, un video que mostraba como una docente, de una escuela del cono urbano bonaerense, era agredida por sus alumnos.
Una vez más la información sesgada, acotada y desvinculada entre si, transmitida y re trasmitida por los medios masivos (casi hasta el hartazgo), impidiendo una valoración social sobre estos hechos.
Mientras el enjuiciamiento de Poblete, era mostrado como un hecho aislado producto de un policía violento y que finalmente se había hecho justicia, a pesar que los responsables políticos aún no fueron sentados en el banquillo de los acusado, y quizás nunca lo sean. Es sabido que cuando se trata de muerte y violencia proveniente del estado, del poder político y económico sobre los luchadores y luchadoras sociales sólo existe impunidad. Basta con nombrar algunos casos: Darío Santillán, Maximiliano Kosteki, Aníbal Verón, Teresa Rodríguez y tantos más.
La imagen construida por los medios, de los adolescentes señalados como responsables de los hechos violentos en las escuelas, era de descontrolados incorregibles a quienes se les debía negar todo, incluso la educación. En el fragor de los medios televisivos de despedazar y cercar la realidad, se dejo de lado algo que es y debería ser innegable: estos jóvenes son producto de la sociedad en la que vivimos, de la que todos y todas formamos parte, incluidos los medios y la clase politica.
Durante años, el estado, se ha encargado de debilitar y empobrecer la educación publica. En la ciudad de Buenos Aires muchas escuelas no tienen gas, los techos se llueven, las conexiones eléctricas son obsoletas y los equipos de orientación escolar que hasta el 2004 eran de 250, hoy están reducidos a 180, según lo que denuncia la Asociación Docente de Buenos Aires.
La mayoría de las escuelas estatales del país, no cuentan con la infraestructura necesaria para enseñar. Por que para educar es necesario que muchos factores actúen entre si (escuelas dignas, docentes bien remunerados, salud, vivienda, trabajo, etc.) para que verdaderamente la educación se igualitaria, sin importar a que clase social se pertenezca.
No obstante la educación obligatoria, gratuita y laica es sólo un acto declamatorio en los tiempos de mercantilización de los derechos más básicos, como resultado del sistema capitalista en el que vivimos. Las escuelas ubicadas en los sectores más pobres donde concurren niños y niñas en situación de vulnerabilidad carecen de todo. En el año 2005 se conocía la realidad de las y los estudiantes de tercer grado, que concurrían a una escuela en la zona de Retiro, cercana a la villa 31, que estudiaban en aulas tipo container.
En aquella oportunidad el defensor adjunto de la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo Lesbegueris, sentenciaba: "Pareciera que hay establecimientos de primera y establecimientos de segunda. Hay algunos en los que hace tres años que dictan clases en containers. Todas están en zonas pobres, como la Escuela 12 de Barracas, que atiende a chicos de la Villa 21/24; la 22 del Bajo Flores y el Centro de Formación Profesional de Mataderos". Seguramente ese no fue y no será el único caso de desigualdad.
No sólo en materia edilicia la educación publica esta relegada por los gobiernos actuales y pasados. Maestras y maestros, cada año, al comenzar las clases emprenden su lucha por un salario digno. La realidad muestra que muchas/os docentes deben realizar verdaderos maratones para dictar clases en diferentes escuelas, para así percibir un salario más cercano a la canasta familiar.
Mientras esta realidad se sucede día tras día, año tras años, aún retumban las palabras de la presidenta Cristina Fernández cuando asumía su mandato. “todos los que formamos y forman parte de la escuela pública debemos encontrar formas dignas de lucha por los derechos que cada uno tiene pero esencialmente defendiendo con inteligencia a la escuela pública”.
Tal vez la actual presidenta, los gobernadores, los intendentes y jefes de gobierno, hace mucho tiempo que no saben que sucede con la escuela publica, en las aulas, con docentes y estudiantes marginados. Como sus actos y omisiones van amasando la violencia cotidiana que produce y reproduce jóvenes violentos y fuerzas de seguridad represiva y asesina. La escuela pública obligatoria, gratuita y laica no sólo se defiende en el discurso, se defiende todos los días y en defensa de ella a Carlos Fuentealaba le arrebataron la vida.
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