viernes, 5 de marzo de 2010

La peor astilla

 Y entonces, cuando ya parecía que nadie podría matarle el punto al presidente Lula, apareció el presidente Pepe –o, mejor, el presidente Elpepe– y le dio cuatro vueltas. Es improbable que salga otro mejor: creo que, a esta altura, podemos afirmar que el título continental de Peor Astilla va a quedar, por mucho tiempo, en manos del honorable señor José Mujica, presidente de ROU.

–¿La peor astilla?

–Sí, ¿no la recuerda? La del mismo palo, bó.


El presidente Elpepe es la culminación de uno de los recursos más astutos de la política sudamericana en las últimas décadas: vamos con los arrepentidos.

En los noventas, el capitalismo salvaje –con más o menos salvajismo según cada republiqueta– arrasaba con todo: tenía bula porque acababa de caerse un muro y la felicidad eterna del mercado era nuestro destino manifiesto. Pero sus gerentes se la creyeron tanto que arruinaron a demasiada gente –más gente o menos, según republiquetas– y la idea tuvo un momento de zozobra; fue entonces cuando llegaron –clarín, polvo, caballos– al rescate los arrepentidos.

M.Caparrós-Crítica-NPH-Leer

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