domingo, 30 de mayo de 2010

COMUNA DE PARIS: PRIMERA REVOLUCION OBRERA TRIUNFANTE

Desde 1851, golpe de estado mediante, Francia era gobernada por Luis Bonaparte, quien se proclamó "emperador". Tras algunos años de bonanza económica, Bonaparte había elevado a más del doble la deuda nacional. Para salir del embrollo no se le ocurrió nada mejor que organizar una guerra contra su vecino alemán, al que intentó arrancarle dos provincias. Supuso que triunfaría fácilmente y que tal despojo uniría a Francia a su alrededor. Pero los arrogantes e incompetentes generales franceses perdieron la guerra y los prusianos capturaron a Bonaparte e invadieron el país. Fue un desastre para Francia. La guerra, además, aumentó espantosamente las cargas de la nación y devastó en forma implacable sus recursos. Y para completar la ruina, el mandatario prusiano, Otto Bismarck, exigió el pago del sustento de medio millón de soldados suyos en suelo francés y una indemnización de cinco mil millones, más el 5 por ciento de interés por los pagos aplazados.
Cuando los invasores prusianos intentaron ocupar París no puedieron hacerlo plenamente porque los obreros se habían organizado, armado y asumido como los defensores de su país. El 4 de septiembre de 1870 proclamaron la República, es decir, la soberanía popular y la muerte del imperio. Al mismo tiempo, un sector de la burguesía francesa encabezada por el ex diputado Adolfo Thiers se asumió como el nuevo gobierno y se instaló en Versalles, a las afueras de París. Se autonombró Gobierno de Defensa Nacional pero, como escribió Carlos Marx, "no vaciló un instante en convertirse en un gobierno de traición nacional." En efecto, el 26 de febrero de 1871 Thiers y Bismarck firmaron un tratado preliminar de paz absolutamente desfavorable para Francia y que incluía, como ya hemos dicho, el pago de 5 mil millones de francos.
"¿Quién iba a pagar esta cuenta?", pregunta Marx, y contesta: Sólo derribando violentamente la República podían los monopolizadores de la riqueza confiar en echar sobre los hombros de los productores de la misma, las costas de una guerra que ellos, los monopolizadores, habían desencadenado. Y así, la incalculable ruina de Francia estimulaba a estos patrióticos representantes de la tierra y del capital a empalmar, ante los mismos ojos del invasor y bajo su alta tutela, la guerra exterior con una guerra civil, con una rebelión de los esclavistas".

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