La isla ha convertido la venta de servicios médicos en su principal fuente de divisas
De cara al presente, la isla más grande de las Antillas no oculta la satisfacción de mantener vivos los principios de su revolución y abordar con ellos los nuevos desafíos políticos, sociales y económicos de estos inicios del siglo XXI.
Su desarrollo en la medicina le ha permitido convertir la venta de estos servicios en su principal fuente de divisas. Pero el turismo, que actualmente aporta unos 2 mil millones de dólares al año, avanza decididamente a convertirse en el principal factor de su crecimiento.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Cuba es el país de la región con la mayor proporción de mujeres en su Parlamento, 43 por ciento; es la sociedad con el más bajo índice de analfabetismo, 2,1 por ciento; ostenta la menor tasa de mortalidad en menores de cinco años, 6 por cada mil nacidos vivos; tiene en promedio un médico por cada 150 habitantes –el país que le sigue es Uruguay, con 235–, registra una tasa de desempleo prácticamente inexistente y sus habitantes tienen una esperanza de vida al nacer que aumentó de 59,5 años en 1955, a 78,6 años promedio en la actualidad.
Frente al vendaval que sacudió al mundo capitalista en 2009, con su peor crisis después de la Segunda Guerra Mundial, la economía cubana casi fue una excepción en la región latinoamericana y caribeña. El producto interno bruto por habitante aumentó uno por ciento, mientras el promedio para América Latina decreció 2,9 y en el Caribe la contracción fue de 2,7 por ciento, indica la misma fuente.
El 19 de octubre de 1960, en que el Departamento de Estado de Estados Unidos ordenó el embargo comercial y económico para ahogar a la isla, su revolución y sus anhelos libertarios. La economía cubana dependía en 80 por ciento de la estadunidense. Desde entonces a la fecha, cada uno de los 19 mil 100 días transcurridos ha sido un triunfo para Cuba y sus habitantes. En casi 52 años han pasado 11 presidentes republicanos y demócratas por la Casa Blanca en Estados Unidos, sin que ninguno se haya atrevido a levantar el embargo, a pesar de su ostensible fracaso.
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La producción nacional de bienes y servicios es 38,5% mayor que la alcanzada hace seis años |
De cara al presente, la isla más grande de las Antillas no oculta la satisfacción de mantener vivos los principios de su revolución y abordar con ellos los nuevos desafíos políticos, sociales y económicos de estos inicios del siglo XXI.
Su desarrollo en la medicina le ha permitido convertir la venta de estos servicios en su principal fuente de divisas. Pero el turismo, que actualmente aporta unos 2 mil millones de dólares al año, avanza decididamente a convertirse en el principal factor de su crecimiento.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Cuba es el país de la región con la mayor proporción de mujeres en su Parlamento, 43 por ciento; es la sociedad con el más bajo índice de analfabetismo, 2,1 por ciento; ostenta la menor tasa de mortalidad en menores de cinco años, 6 por cada mil nacidos vivos; tiene en promedio un médico por cada 150 habitantes –el país que le sigue es Uruguay, con 235–, registra una tasa de desempleo prácticamente inexistente y sus habitantes tienen una esperanza de vida al nacer que aumentó de 59,5 años en 1955, a 78,6 años promedio en la actualidad.
Frente al vendaval que sacudió al mundo capitalista en 2009, con su peor crisis después de la Segunda Guerra Mundial, la economía cubana casi fue una excepción en la región latinoamericana y caribeña. El producto interno bruto por habitante aumentó uno por ciento, mientras el promedio para América Latina decreció 2,9 y en el Caribe la contracción fue de 2,7 por ciento, indica la misma fuente.
El 19 de octubre de 1960, en que el Departamento de Estado de Estados Unidos ordenó el embargo comercial y económico para ahogar a la isla, su revolución y sus anhelos libertarios. La economía cubana dependía en 80 por ciento de la estadunidense. Desde entonces a la fecha, cada uno de los 19 mil 100 días transcurridos ha sido un triunfo para Cuba y sus habitantes. En casi 52 años han pasado 11 presidentes republicanos y demócratas por la Casa Blanca en Estados Unidos, sin que ninguno se haya atrevido a levantar el embargo, a pesar de su ostensible fracaso.
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