sábado, 25 de septiembre de 2010

26 de Septiembre: una batalla decisiva para Venezuela y los pueblos de Nuestra América



Este domingo el pueblo venezolano será protagonista de una jornada histórica: o ratifica masivamente con sus votos la continuidad y profundización del proceso revolucionario en Venezuela o, en caso de no hacerlo, le estará abriendo la puerta a la restauración conservadora. Eso es lo que está en juego. Lo segundo puede ocurrir por obra y gracia de dos diferentes eventualidades: una derrota electoral del chavismo (lo que parece como altamente improbable, por no decir imposible) o bien una victoria parcial del gobierno en las urnas pero insuficiente para garantizar el adecuado acompañamiento de la Asamblea Nacional (AN) a las propuestas e iniciativas del presidente Chávez. Estas dos alternativas responden a un mismo factor: la abstención electoral. Si en esta coyuntura el pueblo chavista no asume al sufragio como un arma revolucionaria y reedita los altos niveles de abstención registrados – el 44 % registrado, por ejemplo, en el referendo constitucional de Diciembre del 2007- entonces el futuro de la Revolución Bolivariana se verá muy seriamente comprometido. Tal vez, y ojalá me equivoque, irreparablemente comprometido.

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Las principales potencias del mundo, tanto las emergentes como las decadentes, disputan los recursos naturales que posee Venezuela, convirtiéndola de ese modo en una de las más preciadas piezas del ajedrez estratégico global. La pugna electoral por el control del parlamento, del próximo domingo 26 de setiembre, se enmarca en esa tensión de fondo.

El 16 de setiembrela Gaceta Oficial publicó la ley 39.511 que aprueba el acuerdo entre los gobiernos de Venezuela y China sobre cooperación para financiamiento a largo plazo. Se trata de un crédito de 20.000 millones de dólares para financiar 19 proyectos de desarrollo. El pago de la línea de crédito se efectuará mediante la venta de petróleo crudo: para el año 2010, no menos de 200.000 barriles diarios; para el año 2011, no menos de 250.000 barriles diarios; para el 2012 no menos de 300.000 barriles diarios.

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La difusión del reciente informe del Banco Mundial, Los recursos naturales en América Latina y el Caribe: ¿más allá de bonanzas y crisis? (13 de septiembre), podría contribuir al necesario y urgente debate sobre las estrategias más adecuadas para salir de la pobreza y la dependencia, afrontar los problemas sociales y ambientales que genera el extractivismo, y aprovechar una coyuntura favorable para conducir al continente hacia una ruptura con el neoliberalismo. No es que el informe del BM no aporte nada interesante, más bien parece una broma de mal gusto. Sin embargo, muchos gobiernos de la región, incluyendo a los llamados progresistas, parecen coincidir con algunas de sus conclusiones más nefastas.

La vicepresidenta para América Latina y el Caribe del BM, Pamela Cox, prologa el informe diciendo que los países de la región llegaron a ser de los más prósperos del mundo gracias a la producción de metales preciosos, azúcar, caucho, granos, café, cobre y petróleo. Rechaza que la explotación de los recursos naturales haya sido una maldición para la región y cree que las perspectivas a corto plazo son halagadoras por los altos precios del mercado. El propio informe asegura que las exportaciones de bienes primarios siempre han activado las economías de la región, llenando las arcas de los gobiernos, y que América Latina puede derivar beneficios significativos por ser la mina y el granero de las economías centrales. Por supuesto, no considera que los principales beneficiarios han sido las grandes multinacionales y los países del norte, nunca los exportadores de materias primas.

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