lunes, 20 de septiembre de 2010

Silencios que no alcanzan a esconder los reclamos de justicia

Boletín especial DDHH - Julio López, Luciano Arruga, Silvia Suppo. Tres nombres que, con todas las diferencias que existen entre sí, proyectan una misma pregunta, a su vez una consulta retórica. ¿Todavía es posible cometer secuestros y asesinatos políticos y que estos queden impunes, amparados en la complicidad e impotencia de los poderes del Estado?

Sigue faltando López… ¿no hay nada para decir?

El 18 de septiembre de 2006, Jorge Julio López -detenido y torturado durante la dictadura por las “fuerzas de seguridad”- pasó a ser nuevamente un desaparecido. El hombre, de 77 años de edad, fue secuestrado mientras concurría a la audiencia final del juicio al ex policía Miguel Etchecolatz. En las semanas previas había aportado un testimonio clave a ese juicio. Como resultado de esa declaración, y las de otras personas secuestradas por la dictadura, Etchecolatz fue condenado como autor de “delitos de lesa humanidad cometidos en el marco del genocidio que tuvo lugar en la República Argentina entre los años 1976 y 1983", según expresó el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata al dar a conocer la sentencia, histórica.

A 4 años de la segunda desaparición, esta vez en una democracia, el 18 de septiembre de 2010 encontró más continuidades que rupturas en relación a los aniversarios anteriores. En primer lugar, organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas volvieron a movilizarse en demanda de justicia. En la ciudad de Buenos Aires, destacando el tiempo transcurrido –“de impunidad y encubrimiento”-, el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia convocó a una marcha que fue desde las vallas que protegen al Congreso hasta las vallas que protegen a la Casa Rosada.

Prensa de Frente-19/9-Leer

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