El Senado nacional decidirá el 30 si protege para siempre o no nuestra agua dulce.
Nacho Rodríguez.
Imaginemos por un momento que ni en San Juan, ni en La Rioja, ni en Catamarca se estuviera sacando oro, explotando montañas, cianurizando la tierra y tomando agua de deshielo.
Supongamos que la megaminera canadiense Barrick Gold no estuviera operando en la Cordillera de los Andes para llevar -como en la época de la colonia- con prisa todos los metales preciosos que hay allí.
¿Qué duda tendrían los 72 senadores de la Nación de votar a favor de la protección permanente de los glaciares? Seguramente ninguna.
Pero el interés por el oro se ha metido con mucha fuerza en este debate y está haciendo peligrar realmente una norma fundamental para la preservación de la más grande riqueza que tiene la Argentina y que hoy está en alerta máxima: el agua dulce y pura. Los glaciares son cuerpos de hielo que tienen suprema importancia como reservas estratégicas de agua dulce pero hay algo que es tan o más importante que eso: son naturales y muy confiables indicadores del cambio climático.
UNO-Voz Entrerriana-28/9-Leer
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