martes, 16 de septiembre de 2008

EVIDENTEMENTE NO ERA DE ESTE MUNDO...

Don Minem

Por MIGUEL "Pochi" SIAN

Don Antonio “Nene” Minem, era un apasionado de los “fierros”. La mayoría de los Mariagrandenses lo conocimos allá por septiembre de 2004, cuando se realizó la primera exposición de la maquinaria antigua. Era quien tenía a cargo algunas reliquias pertenecientes a Darío Brondi, tractores que marcaron época y que Don Antonio reacondicionaba pieza por pieza, arreglando y armando y construyendo cuando una pieza faltaba. Con su camisa y pantalón azul, su sombrero negro, era el referente obligado para brindar detalles de estas joyas. Con su habitual tranquilidad, era quien ponía en marcha el tractor para comenzar la trilla. En esta edición 2008, junto al tractor “Marshall” de color gris, íntegramente restaurado por él, mantuvimos este diálogo: ¿Cuántos años Don Antonio? – “Sesenta y seis”. - ¿Jubilado? – “No, no… Yo nunca hice aportes jubilatorios. Nunca me alcanzó la plata. Siempre iba comprando herramientas para seguir trabajando y bueno, uno llega a viejo sin jubilación y con un montón de trabajo para dolor de cabeza, nada más”. – Pero ahora hay una ley a través de la cual sin haber aportado, puede jubilarse. ¿Lo sabe?

- “Si. Pero no me gusta hacer eso porque eso es sacarle la plata a otros que han pagado, que han aportado toda la vida. Total, mientras uno tenga para comer, ¿a quién va a ir a cobrarle? ¿Al gobierno? Una cosa que es injusta, no puede ser”... – ¿Qué pasaría Don Antonio, si todos pensaran como usted? - “Los jubilados que han aportado vivirían mucho mejor, porque el que nunca aportó y va a cobrar, es un robo que le está haciendo a los que han aportado siempre. Eso no se hace. Yo estoy de acuerdo que le den a una persona que no se puede mover, un inválido, una criatura o un anciano. Pero uno que más o menos puede defenderse solo, tiene que defenderse solo, no ir a “manguear” a nadie”.

Tal como lo decimos en el título, Don Antonio “Nene” Minem, con esta forma de pensar y proceder, no era de este mundo. Y EL domingo por la tarde, se nos fue, sólo, sin decir palabra, sin quejarse. ¡Gracias por el ejemplo Don Antonio!

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