miércoles, 17 de septiembre de 2008

Y si hablamos seriamente de educación

Y si hablamos enserio de educación Desde Concordia

Juan Menoni

Y si hablamos enserio de educación

Cuando este artículo esté en manos de los lectores los gremios docentes en nuestra provincia habrán definido una tregua en las medidas de fuerza, no habrá paros y los medios masivos de desinformación habrán dejado de hablar del “conflicto docente”.

Los padres, madres, tutores, abuelos y demás, se sentirán profundamente aliviados por que sus hijos, nietos, hermanos, sobrinos y demás ¡Por fin no perderán clases!


Todo volverá a “su lugar”, las derruidas escuelas entrerrianas albergarán durante por lo menos cuatro horas por día a las “blancas palomitas”, y esto tranquilizará a la “sociedad” y a la “opinión pública”, aunque poco importe como se enseña, que se enseña, como se aprende, que se aprende, en que condiciones materiales, físicas intelectuales o afectivas están quienes enseñan y quienes aprenden. No importa la falta de tizas, de libros, de recursos multimediáticos, de capacitaciones, lo que importa es que no haya paros y que mi nene puede ir a la escuela”.


Me permito aquí hacer un paréntesis en mi análisis y tomarme el atrevimiento de sugerir a los estudiantes de Sociología o cualquiera de las Ciencias Sociales, se atrevan a realizar una tesis acerca de la enajenación de aquellos que hace apenas un mes exhibían con orgullo el cartelito de “yo apoyo al campo” ( no me refiero a los de la 4 x 4, sino los del Fiat 600 o los ciudadanos de a pie), que intenten explicar cómo, esos mismos que sentían suya la causa de la Sociedad Rural, hoy sienten ajena la lucha por la defensa de la Escuela Pública.


¿No es un poco loco creer más en Alfredo De Ángeli, que en la “Seño” que cuida todos los días a nuestros hijos? , ¿No es curioso imaginar manos callosas de “trabajador” en Luciano Miguens y pensar que la Señorita Claudia, Liliana, Norma o como cuernos se llame, es una “haragana”?. ¿No tiene algo de patológico que los laburantes nos identifiquemos más con un señor que recorre el país en avioneta, que con la maestra que viaja todos los días a “dedo” para dar clases en una escuela rural?


Es asombroso pensar que, buena parte de la población veía (y ve aún) como un amigo a un terrateniente y percibe como una enemiga a una trabajadora de la educación; y no menos asombroso, es comprobar que la justicia permitió, sin intromisiones, que un sector de la sociedad: el “campo” (entelequia que inventaron los medios para sintetizar la extraña alianza entre Sociedad Rural y Federación Agraria), pudiera paralizar el país durante 100 días, cortando rutas y jaqueado la siempre endeble economía argentina, y que esa misma justicia haya actuado con la celeridad de una libre, para obligar a los docentes a volver a las aulas. Y lo que es peor, es incomprensible que los mismos que fustigan la metodología de los paros docentes como si fueran la peor catástrofe, hayan alentado y apoyado los piquetes ruralistas.


Bien, esbozada la digresión sociológica, y confiando en que alguien pueda estudiar en profundidad la cuestión, me veo obligado a regresar al tema central de esta nota, la educación de nuestros pibes.


El gobierno se afana en demostrar que los paros son “caprichos” o “responden a mezquinos intereses de los dirigentes gremiales”, sin embargo, quienes militamos en las “bases” de los sindicatos, sabemos perfectamente que los paros son un mandato genuino, resuelto y sostenido por el conjunto de los trabajadores y que quienes están más proclives a la “negociación” son los dirigentes. Esta decisión masiva del colectivo de los trabajadores de la educación debe tener alguna explicación más profunda que la dada por el Gobernador y aquella que dan las vecinas en el almacén, cuando sostienen livianamente que: “los docentes son todos haraganes”.



A estas alturas les propongo a los lectores un juego en el que conciliemos nuestra imaginación con las matemáticas en el más puro sentido de la palabra.


Instrucciones para acompañar esta nota de forma interactiva:

Y si hablamos enserio de educación

Le rogamos al lector, tome una calculadora, o un modesto lápiz y papel, si es que la falta de práctica no nos hizo olvidar las cuentas de dividir - que con tanto esmero nos enseñó aquella abnegada señorita que (por supuesto) nunca hacía paros- y realice los cálculos que a continuación efectuaremos para comprobar su absoluta veracidad.

Y si hablamos enserio de educación

Imaginemos que la “Seño” de nuestro hijo, una novel maestra recién recibida, sea como algunos presumen una “chanta” (cosa poco probable en una compañera recién recibida que está con todas las ilusiones y las energías puestas en sus primeras experiencias áulicas), pero puestos a imaginar (porque de eso se trata), imaginemos que sea la más “atorranta” y solo le dedique a la escuela aquellos días y tiempo que formalmente indica el calendario escolar.


Esa señorita, habría cobrado en el mes de septiembre (sin contar los días de descuento por paros) la friolera de 1450 pesos aproximadamente, buena parte de los cuales son montos en “negro”. Como ya dijimos que solo trabaja los días establecidos por calendario, pensemos que de los 30 días del mes, solo trabajo 20 (1450 dividido 20), por supuesto, como es una “sinvergüenza” solo habrá trabajado 4 horas por días, las horas que está en la escuela (aunque juro y recontra-juro, que hasta la maestra más displicente dedica a la escuela mucho más tiempo leyendo trabajos, haciendo planillas, preparando clases buscando materiales, información, etc.).


Pero recordando que la nuestra es la más “turra” de todas las maestras, deberíamos dividir el resultado anterior por cuatro (que son las horas trabajadas efectivamente) y a esto dividirlo por treinta, que son los chicos que (por más “haragana” que sea) tendrá que atender todos los santos días de su vida.

Y si hablamos enserio de educación

Sí, señora o señor, entendió bien, usted esta dejando a cargo o “depositando” su hijo o hija en manos de un ser humano, al que simpática o eufemísticamente llamamos “Seño”, por la módica suma de 60 centavos la hora (0,60 pesos) que con “esfuerzo patriótico” los gobiernos nacionales y provinciales dedican al cuidado y la educación de cada uno de nuestros gurises.


Por ese monto, la “Seño” cuida a su hijo, se responsabiliza de él, lo habla, lo atiende, lo escucha y como si fuera poco, le enseña o (como nos gusta decir a los constructivistas) facilita las condiciones para que el chico aprenda.

Y si hablamos enserio de educación

Usted, señor o señora, que sigue pensando que los gobiernos son “sensibles”, hacen el máximo esfuerzo, y los docentes una “manga de desalmados”, que “no pensamos en los chicos” me dirá que el calculo es tramposo, que tomamos como ejemplo los sueldos mas bajos y que en los otros niveles (medio y terciario) cobramos mejor, que la antigüedad suma y etc., etc., etc. Y como parece tener un poco de razón, tomemos mi ejemplo, el de un docente de Nivel Terciario que tiene el privilegio de haber trabajando desde hace casi veinte años (80 % de antigüedad) y que trabaja 35 horas cátedras (el máximo son 36) en el Nivel Terciario, el nivel mejor pago (o menos peor) del escalafón docente.


Mi sueldo de bolsillo de agosto -incluyendo salario familiar por esposa y dos hijos, incentivo nacional y montos en negro- fue de $ 3516 y juro que me da pudor decirlo, si lo comparo con el sueldo de miles de trabajadores que cobran muchísimo menos, y porque además tengo la suerte de tener trabajo y cobro por hacer lo que me gusta. Pero el pudor y la felicidad se diluyen en un mar de lágrimas si nuevamente tomamos la calculadora y dividimos ese “privilegiado” sueldo por las ocho cátedras y alrededor de 200 alumnos a los que me toca atender , si usted vuelve a hacer los cálculos, como en el caso anterior, el resultado será fatal, por cada alumno de Nivel Terciario (futuro docente de sus hijos) al cuál atendemos a diario en las aulas, y acompañamos en sus trabajos prácticos, exámenes, prácticas, investigaciones, etc., etc., etc., cobramos la friolera de $17, 58 pesos por mes.

Y si hablamos enserio de educación

Le aseguro, señora, señor, que del “campo” viven y se enriquecen un puñado de terratenientes que poseen miles y miles de hectáreas y que apenas viven muchísimos pequeños y medianos productores y lo que es peor, sobreviven a gatas los peones que cobran sueldos de hambre, pagados por esos señores que aparecen por televisión y a quienes usted tanto respeta.

La Escuela pública, en cambio, con sus fortalezas y debilidades, con sus miserias y sus contradicciones, ha sido una parte importante de la vida de nuestros abuelos, nuestros padres, nosotros, nuestros hijos y (si la defendemos) será la forma de socialización y aprendizaje más saludable para nuestros nietos.


Por eso, en el parabrisas de mi auto, no hay un cartel que dice “Yo apoyo al campo” y ni siquiera uno que dice “yo apoyo a los maestros” (porque seguiría siendo corporativo), hay uno que dice “yo apoyo la escuela pública, la salud, el trabajo digno, la soberanía económica y quiero un país diferente” y si me apuran, prontito lo voy a reemplazar por uno que diga: “Yo sueño con un mundo mejor”.


Juan MENONI.

14/09/08


2008- Revista “Panza Verde,” Septiembre de 2008, N º 181 “Y si hablamos seriamente de educación”

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