martes, 7 de septiembre de 2010

Amor y anarquía - Reseña de "Simón Radowitzky: Del atentado a Falcón a la Guerra Civil Española"

Página 12


El 14 de noviembre de 1909 Buenos Aires sufrió el más efectivo atentado anarquista en su historia. El coronel, que luego se convertiría en el mártir iluminador de la naciente Policía Federal Argentina, Ramón Lorenzo Falcón y su secretario privado fueron en carro a la muerte, como gustó narrar Borges otro atentado que había acabado con la vida del caudillo riojano Facundo Quiroga en 1835. Esa mañana, el coronel Falcón volvía del cementerio de Recoleta (a donde regresaría para ser enterrado él mismo) donde había asistido al sepelio de un funcionario penitenciario. Cuando la carroza abierta en la que era conducido junto con su secretario dobló en la esquina de Quintana y Callao con rumbo sur, un hombre se acercó a la diligencia y arrojó una bomba casera en un paquete que causó una terrible explosión, desfondando el vehículo y asustando al caballo que enloquecido sólo pudo ser detenido por el conductor una cuadras más adelante. Como resultado, el secretario del policía cayó en plena calle por el fondo hueco y Falcón sufrió terribles heridas en las piernas producto de las esquirlas. Si bien recibieron pronta atención médica, los dos murieron poco tiempo después.

En tanto, el autor del atentado, un joven ruso de 18 años que apenas hablaba castellano, corrió intentando buscar refugio. Viéndose rodeado apoyó el caño de una de las pistolas que llevaba encima e intentó disparar al corazón, consciente de que en su situación, la última acción autónoma de reafirmación plena de su libertad que podía hacer era suicidarse. El disparo lo dejó convaleciente, pero con vida y no tardó en ser apresado para ser enviado a la Penitenciaría Nacional que se ubicaba en el actual Parque Las Heras.

Rebelión-7/9-Leer

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