La guerra de divisas, o devaluación de monedas para promover sus respectivas exportaciones, liderada por Washington y Pekín, está siendo uno de los temas más espinosos en la cumbre del G20, y no parece probable que se logre un acuerdo al respecto. EEUU fue el objeto de las críticas por la intervención de la Reserva Federal que devalúa el dólar, aunque su presidente, Barack Obama, insistió en pedir a China que revalúe el yuan.
GARA | SEÚL
La cumbre de líderes del G20 comenzó ayer en un clima que no hace prever un acuerdo sobre cómo superar la crisis global. Se mantiene el pulso por ver quién debe aumentar la demanda interna para fomentar el crecimiento, en lugar de impulsar las exportaciones a través de la política monetaria.
El presidente de EEUU, Barack Obama, salió al paso del aluvión de críticas contra la decisión de la Reserva Federal (Fed) de inyectar 600.000 millones de dólares en la economía. Aunque EEUU es el abanderado de la exigencia a China de que permita revaluar su moneda, la decisión de la Fed implica una devaluación del dólar, lo que ha suscitado acusaciones de que beneficiará de modo injusto las expor- taciones estadounidenses.
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