lunes, 4 de julio de 2011

El Congreso de Tucumán y el Congreso de los Pueblos Libres

En 1809, casi un año antes de la “revolución de Mayo” de Buenos Aires, estalló en Chuquisaca, en el Alto Perú, actual Bolivia, entonces parte del virreynato del Río de la Plata, un movimiento revolucionario que no obstante la historia oficial apenas registra.

El Congreso de Oriente, en Concepción del Uruguay.

El 29 de junio de 1815, casi un año antes del congreso de Tucumán, se declaró en Entre Ríos, en la actual Concepción del Uruguay, entonces Arroyo de la China, la independencia de los reyes de España y de toda otra dominación extranjera, incluida la portuguesa.

Es notable que nosotros, entrerrianos, apenas conozcamos al congreso de Oriente o de los Pueblos Libres, convocado por José Artigas, del que participaron delegados de Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Misiones y la Banda Oriental, y que sigamos los lineamientos de la historia escrita en Buenos Aires que considera que “su” congreso, el convocado en Tucumán, fue el único digno de mención y el que auténticamente declaró la independencia.

AIM-4/7-Leer



Homenaje a RODOLFO KUSCH. Por la recuperación de su obra y pensamiento
Por LA PUERTA Centro de Salud, Arte y Pensamiento
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Rodolfo Kusch es un pensador casi desconocido en Argentina. Antropólogo y filósofo, nació en Buenos Aires en 1922 de padres alemanes y murió en la misma ciudad en el año 1979, a los 57 años de edad, cuando se encontraba en plena producción creadora.

El conjunto de su obra y pensamiento despliega un núcleo seminal: la cultura occidental como cultura del ser, supone que la misión del hombre, el punto en el cual éste asume toda su libertad y toda su realización, estriba en el hecho de que su destino es transformar la naturaleza. La idea no es nueva. La puso en vigencia el positivismo de Comte, pasó luego a la praxis política a través de Marx y hoy se halla ampliamente popularizada. La predisposición al progreso material y social continuo e indefinido, el “progresismo”, se transformó así en la base de nuestra cultura occidental. El destino humano que de aquí se desprende, en apariencia liberador, sin embargo significó la enajenación a través de la acción, pues siempre puso la solución en el afuera, en la pura exterioridad. Occidente es el creador del objeto, y puso al objeto como su fundamento. Así, la cultura del ser se desplegó y consumó en una cultura del hacer y del tener objetos como el camino y destino humanos por excelencia.

Kusch aborreció esta idea. Como ferviente investigador y estudioso de las culturas americanas originarias de los Andes del sur (en especial aymara y quechua), y del pensamiento popular de la periferia de las grandes ciudades, encontró que éstas no son culturas del ser sino del estar.

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