sábado, 28 de agosto de 2010

No hay democracia sin independencia



En América Latina, el control estadounidense de los medios de prensa logró que se identificara eufemísticamente el regreso a manos civiles a los gobiernos, luego de las cruentas dictaduras militares promovidas por Estados Unidos en las décadas de los 60, 70 y 80 del pasado Siglo XX, como “retorno a la “democracia” o “apertura democrática”.

Hay que reconocer que, técnicamente, esto ha sido un gran logro de la propaganda imperialista porque las dictaduras militares salientes habían sido impuestas en tiempos que presagiaban un período de rebeldía independentista, precisamente porque los pueblos no soportaban más el orden reinante.

Los pueblos no se rebelaban entonces contra democracias idílicas como podría pensarse ahora cuando se habla de “regreso a la democracia” sino contra la humillante subordinación a los dictados de Washington que había dado al traste con sus sueños patrióticos de independencia. El triunfo de la revolución socialista independentista en Cuba estimulaba la esperanza de que aquel objetivo de sentirse dueños de su soberanía fuera viable.

En realidad, salvo en momentos históricos gloriosos – que por regla general acabaron cruelmente reprimidos- lo que había en estas tierras antes de que los cuarteles impusieran su orden a las oligarquías, eran tristes caricaturas de democracia. Eran, en verdad, enclaves semicoloniales encabezados por oligarcas serviles a Estados Unidos que el propio imperio reemplazaba por tiranías militares cuando veía peligrar sus intereses en el país dado.

Rebelión-28/8-Leer

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