domingo, 19 de septiembre de 2010

El cadáver centenario que sigue dando que hablar

Jorge Riani

La vida no le fue fácil y la muerte menos. Julia Hope Stearns murió hace 138 años y sin embargo parece que no le ha tocado en suerte, aún, descansar en paz: por estos días su historia ha despertado una controversia, acaso como un eco de una añosa discordia que encendió entre sus deudos y las autoridades civiles-eclesiásticas el destino de su cuerpo.
Una nota publicada en “Entre Ríos secreta” motivó la realización, reciente, de un homenaje a su memoria –y a través de ella a los 64 docentes norteamericanos que iniciaron la tarea educadora de las escuelas normales– con la colocación de una placa en la pared de ingreso al cementerio de Paraná.
“En memoria de la joven docente, esposa de George A. Stearns (primer director de la Escuela Normal de Paraná), quien fuera sepultada en este lugar, fuera del cementerio municipal, cerca de los muros del sagrado recinto, solamente por profesar la fe evangélica”. El texto de la placa, firmada por el intendente José Carlos Halle, y descubierta el 11 de septiembre de 2010, alude a la dramática peripecia que debió atravesar el cuerpo.
En los libros Sesenta y cinco valientes, de Alice Houston Luiggi; Las maestras de Sarmiento, de Julio Crespo; y Ciudad Infinita, de quien esto escribe, se refiere al episodio aquel –ya traído también a estas páginas de EL DIARIO– en el que el primer director de la Escuela Normal de Paraná debió retener por tres días el cadáver de su esposa, porque no lograba la aceptación de su sepultura en la necrópolis –o camposanto, para los católicos– de la capital entrerriana tras su repentina muerte.


El Diario-19/9-Leer

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