Un sector del movimiento obrero logra resistir la tercerización y la precarización, y librar luchas por la estabilidad laboral y mejores condiciones de trabajo
Mariano Pacheco es trabajador de Subterráneos de Buenos Aires (boletero), e integrante de la Secretaría de Cultura y Formación de la Asociación Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro, (AGTSyP). Estudiante de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Integrante del consejo de redacción de Herramienta. Colaborador de los sitios web Prensa De Frente y Portal Darío Vive. Militante de La Fragua, agrupación de base del Frente Popular Darío Santillán. E-mail:marianopacheco9@hotmail.com.
Los combates que más importan –me dijo Megafón– nunca salen a la luz
del mundo, ya que permanecen en el subsuelo de la Historia.
Leopoldo Marechal, Megafón o la guerra
El trabajo de los pobres es la mina de los ricos.
Karl Marx, El capital
A modo de introducción
La actual composición de la clase obrera argentina, producto de las transformaciones estructurales impuestas tras la ofensiva neoliberal, es heterogénea y está signada por la precarización laboral, la subocupación y sobreocupación masivas y un amplio margen de desempleados.[1] Es en este contexto que va a desarrollarse la experiencia antiburocrática del subterráneo, en una década en la que el protagonismo de la resistencia popular antineoliberal recae en sectores periféricos al movimiento obrero organizado.[2]
Esto no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la represión de la dictadura se concentró en esta clase (80% de los 30.000 detenidos-desaparecidos eran asalariados y el 30%, obreros industriales) y que las cúpulas sindicales fueron cómplices y parte de la ofensiva conservadora (el devenir empresario de los dirigentes sindicales no es más que una consecuencia de este proceso).[3] De allí que la reconstitución de experiencias combativas y antiburocráticas al interior del movimiento obrero aparezca, en los últimos años, como una novedad. Por más que retomen y recuperen el largo historial que cuenta en el haber de nuestra clase.
Un nuevo sindicato democrático y participativo
En el subterráneo de Buenos Aires trabajan alrededor de 3.000 trabajadores. Se estima que viajan, diariamente, 1.000.000 de pasajeros. A través de seis líneas se conectan los puntos más importantes de la ciudad. Allí radica (y los trabajadores lo han comprendido muy bien), una de sus mayores fortalezas. Parar el subte [metro] es paralizar la Capital Federal.
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