Cuando se habla de esta mujer parece no haber lugar para los grises, tibiezas, términos medios ni matices. Cuando en este país se menciona su nombre, Milagro Sala, las reacciones se vuelven extremas. Los que la quieren, la idolatran. Los que no la quieren, sólo la llenan de acusaciones. Pero, ¿quién es realmente esta aindiada mujer de 47 años, líder de la agrupación Tupac Amaru, tan admirada como odiada, con una vida casi novelesca, una extendida fama de violenta y un reconocido trabajo social en Jujuy con importantes fondos del Estado?
Una mala noticia: la entrevista con Enfoques quizá no termine de despejar por completo todas esas incógnitas para quienes no pueden dejar de mirarla desde la idealización o los prejuicios. Otra mala noticia: la charla tuvo lugar en la Capital Federal y no en Jujuy, donde se podría verificar todo lo que hicieron, para bien y para mal, Sala y su agrupación, enrolada en la CTA (Central de Trabajadores Argentinos). Pero también hay buenas noticias: la polémica dirigente habló de todo y con el mismo estilo con el que siente que es juzgada, sin anestesia. Por ejemplo, advirtió que todos los que la acusan de violenta "son más violentos" que ella y destacó que "hace mucho" no sale con garrotes, pero admitió que no es "el ángel de la guarda ni la Madre Teresa de Calcuta".
Aclaró que ella no es piquetera y destacó que ella nunca cortó una ruta porque considera "que el taxista, el colectivero, el camionero o el que va a trabajar no tiene por qué pagar los platos rotos de las necesidades de la gente". Aún más, Sala advirtió: "Quiero hacer la revolución, pero en las cabezas, no con armas ni violencia.
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