domingo, 19 de septiembre de 2010

La complicidad de la crítica tibia e hipócrita con respecto a los asesinatos de periodistas en Honduras



No estoy totalmente seguro de si cuando escriba estas líneas algún periodista hondureño esté siendo brutalmente, secuestrado o amenazado. Es que en Honduras, donde impera la más execrable impunidad, el irrespeto a la vida se ha convertido en una cuestión de cotidianeidad.

Un reciente mensaje recibido por mis amigos Dick Emanuelsson y su esposa, tantas veces amenazados por su vocación de pregonar la verdad, siguiendo las pautas del famoso pensador Jean-Baptiste Henri Lacordaire, político, orador y religioso francés quien vivió entre el 2 de mayo de 1802 y el 21 de noviembre de 1861, y quien expresara que “El desprecio a la muerte, he ahí el principio de la fuerza moral”, han mantenido la fuerza necesaria para continuar batallando con su pluma y su cámara sin temer a la represalia y al asesinato. No les han importado las amenazas provenientes del DAS de Colombia, donde antes residieron, ni por las realizadas por las fuerzas represivas hondureñas en estos últimos tiempos.

Otros, sin embargo, no han tenido tanta suerte. Los hay que han sido atacados sin piedad, como el caso del periodista de Radio Globo Luis Galdámez, agredido por sicarios cerca de su casa con armas de fuego el 14 pasado, en horas de noche en la colonia Villa Olímpica, en el sector oriente de la capital. Su única culpa fue oponerse al golpe inconstitucional contra el derrocado presidente Manuel Zelaya Rosales.

Rebelión-19/9-Leer

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