domingo, 19 de septiembre de 2010

Marx, el jacobinismo negro y la experiencia subalterna de la modernidad

El caso de la revolución antiesclavista de Saint-Domingue

Herramienta

La revolución de Saint-Domingue es la primera del continente americano que combinó una revolución económico-social que transformó la estructura de clase de la sociedad, la revolución de los esclavos contra las formas no libres de trabajo, y una revolución política de independencia o anticolonial. Esta revolución en dos etapas tomó la forma de revolución republicana en 1794 y de guerra de independencia 1804. Su culminación es el establecimiento de Haití como nación independiente. Dentro del espacio americano la única que puede contrastarse en esta dualidad de sentidos es la revolución norteamericana pero, como afirma Barrington Moore, ésta no puede concebirse consumada sino mediante dos actos separados por un largo período de noventa años. Primero la independencia de la dominación colonial en 1776, que el autor clasifica como una revolución política o anticolonial; luego la guerra civil en la cual se termina con esa “institución particular”, la esclavitud de los afroamericanos, en 1865[1]. No sólo por la separación de casi un siglo sino por la inversión de los acontecimientos, revolución social y revolución de independencia en la primera, por contraposición a revolución de independencia y culminación de una revolución económica social dirigida desde el Estado de la segunda, muestra la complejidad de la recepción de la revolución burguesa en el espacio americano.

Si la revolución norteamericana, con su sentido constitucional y moderado, lo que no es igual a “pacífica” (como falsamente ha querido ser representada por Hanna Arendt en su clásica contraposición con la Revolución Francesa), ha sido ubicada como parte de un legado positivo del espíritu de las revoluciones de independencia de Centroamérica y América del Sur, ése no ha sido el sentido que se ha otorgado al acontecimiento haitiano, más bien ubicado en las antípodas. De hecho es el suceso que le permite indicar a José Aricó que las “revoluciones de independencia” de América del Sur fueron ante todo “revoluciones pasivas”, de modificaciones estatales y estructurales impulsadas por las elites dominantes, desencadenadas en parte para evitar la irrupción radical del movimiento de masas, cuestión que tenían muy presente en el ejemplo haitiano[2].

Rebelión-19/9-Leer


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