Nuevo informe de los corresponsales de la Corriente Revolucionaria Internacional (MR de Brasil y CS de Argentina) en Egipto, lea los informes anteriores en nuestro sitio.
Con optimismo, alegría y lejos de la policía, la Plaza Tahrir vivió su viernes de la “dignidad”. Es que hace exactamente un año empezó la represión, razón por la cual centenares de miles exigieron, gritando sin parar, que se vayan los militares y la cárcel para los asesinos del pueblo.
Hoy volvimos a notar la existencia de divisiones dentro de la Plaza, a tal punto que se produjeron varios enfrentamientos entre los sectores más radicalizados y los miembros de la Hermandad Musulmana, quienes pretendían imponer sus himnos y oraciones sagradas mediante los alto parlantes.
Esta gente trató de utilizar la religiosidad de las personas, que es muy grande, para callar las consignas contra el régimen, lo cual irritó profundamente a las masas que estaban protestando en el lugar. Lo interesante del caso es que miles de manifestantes, la mayoría jóvenes los hicieron callar tirándoles frutas y verduras.
En la plaza coexisten dos posiciones bien distintas: Por un lado los que dicen “si esperamos 30 años para que caiga Mubarak, podríamos aguantar 5 meses para las elecciones…” y por el otro los que opinan “que no se debe aguantar un día más porque el gobierno mantiene el viejo régimen y así no habrá ningún cambio”.
Es que los egipcios viven en un país donde el 1% de la población controla prácticamente el 99% de la riqueza, lo que implica una situación de absoluta miseria, desempleo y falta de viviendas, que son las razones centrales por las cuales se moviliza la mayoría.
Esto va en contra de los que afirman que esta es apenas una revolución democrática. Presenciamos un acontecimiento más profundo, que cuestiona objetivamente al conjunto del sistema capitalista, incapaz de resolver las necesidades elementales de las mayorías.
Otro elemento a destacar es, que en medio de tantas protestas y tumultos la policía directamente no se hizo presente y que existe un ambiente de mucho respeto y solidaridad entre la gente que protesta. Por eso se ven acampara a muchas familias, la mayoría con sus hijos pequeños a cuesta.
Esta situación, junto con la masividad conquistada durante estos últimos días, creó un clima de enorme optimismo, que se expresó a través de los cánticos, que hacían referencia a que la Plaza Tahrir sigue ocupada y a que no se abandonará la pelea por la revolución. Uno de estos estribillos decía algo parecido a lo siguiente: “Toda la noche, toda la noche Egipto crece, la revolución continúa toda la noche…”
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