El Vaticano sigue contra las cuerdas por el escándalo –que crece hora tras hora y que parece no conocer fronteras– de sacerdotes católicos implicados en casos de abuso sexual contra menores. Los alcances de la olla destapada están tocando tan de cerca al Papa que la Santa Sede está preparando su defensa legal en una causa abierta en Kentucky por tres presuntas víctimas de abusos sexuales, en la cual se pidió que Benedicto XVI comparezca ante el tribunal para declarar. Sería por negligencia y encubrimiento, cuando era prefecto para la Congregación de la doctrina y la fe.
Los abogados del Vaticano están preparando una defensa basada en tres puntos clave y un borrador de la misma ya fue presentado ante la corte de Louisville, en Kentucky.
Los defensores consideran que el Pontífice, en cuanto jefe de Estado, goza de inmunidad diplomática; que los obispos estadounidenses que supervisaron sacerdotes culpables de abusos no eran empleados de la Santa Sede; y que el documento de 1962, Crimen sollicitationis, no prueba el encubrimiento vaticano sobre casos de pederastía.
Con esta defensa, la Santa Sede busca evitar que el Papa sea implicado en el proceso y que documentos secretos sean citados en juicio. De esa manera, se cerraría el primer caso en Estados Unidos que busca determinar si las víctimas tienen derecho contra el Vaticano.
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