miércoles, 27 de octubre de 2010

La burbuja alimentaria y Goldman Sachs

La historia de la alimentación tomó un giro siniestro en 1991, el año que Goldman Sachs decidió que el pan nuestro de cada día podía suponer una excelente inversión

El Correo

Los precios de muchas materias agrícolas -todas aquellas que entran en el mercado global- se determinan, y perdonen el lenguaje, «por las interacciones entre la oferta y la demanda en las Bolsas más importantes del mundo». Ya saben ustedes que en el mercado del parqué no se intercambian sacos de trigo o patatas, sino que se negocian contratos de compraventa en los que se especifican cantidades y plazos de entrega. Un mercado invisible de futuros impredecibles.

Hasta hace varias décadas este modelo se encontraba, al menos, compensado por una serie de políticas reguladoras que buscaban estabilidad en los precios de los alimentos. En el comercio internacional los aranceles protegían las economías nacionales. En el comercio interno se contaba con servicios de almacenamiento público de grano, precios de referencia y cuotas de producción como mecanismos para hacer más equilibrados los mercados. Pero, a partir de los años 90, las políticas neoliberales se diseñan para eliminar cualquier medida reguladora. Se entablan las primeras negociaciones que llevarán a la formación de la Organización Mundial del Comercio, las primeras reformas de la Política Agraria Común, los primeros Tratados de Libre Comercio, etcétera. En su ecuación, el precio de los alimentos lo marcará desde entonces, indiscriminadamente, el mercado de futuros.

Rebelión-27/10-Leer


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