jueves, 21 de octubre de 2010

¿Qué marxismo para Las Américas?

Del bicentenario a la segunda independencia



1.- LA MÁS RARA LIBERTAD DIALÉCTICA

He de confesar que sentí un agradable sobresalto cuando me pidieron que escribiera un corto texto sobre América Latina y Marx, pudiendo hacer referencia a mi nación, Euskal Herria, y focalizándolo en la dialéctica entre la cuestión nacional y la dominación de clase, dentro de la reflexión suscitada por el Bicentenario. De inmediato me vino a la memoria J. Aricó cuando dijo aquello de que “Resulta sorprendente comprobar que todas aquellas “ruinas de pueblos” que Engels condenaba en 1849 a su inexorable extinción son ahora precisamente las que hoy protagonizan en Europa las luchas más enérgicas y de masa por su independencia nacional: nos referimos a escoceses, galeses, bretones, vascos, etcétera”. ¿Por qué me acordé de Aricó y de sus referencias a pueblos no americanos? La respuesta que voy a dar parece a simple vista que enmaraña aún más el problema, pero veremos que no. Me acordé porque el título del libro es: “Marx y América Latina” [1] . ¿Qué conexión puede existir entre las “ruinas de pueblos” europeos, el marxismo y América Latina?

Para comprender bien la respuesta debemos detenernos un instante en una característica silenciada del método de Marx porque choca frontalmente con la linealidad del método mecanicista. Hablamos de la “más rara libertad” de Marx para moverse en el terreno empírico, según reconoció uno de los primeros críticos serios de El Capital, “libertad” confirmada por otros muchos autores, y que para nosotros tiene especial trascendencia en lo que atañe al concepto de “formación económico-social” [2] . En una carta a Kugelman, Marx atribuyó dicha cualidad al “Método Dialéctico” [3] , con mayúsculas. Sin duda, la rara libertad del método dialéctico para profundizar por entre diversos problemas aparentemente incomunicados unos de otros, esta capacidad estaba en pleno funcionamiento en Marx en verano de 1870 cuando ya había empezado a estudiar la lengua rusa para comprender mejor la realidad de las comunas campesinas, y estudiaba el modo de producción germánico. Es verdad que estas y otras inquietudes ya estaban activas explícitamente desde 1853, cuando le comunica a Engels sus primeras ideas sobre el modo de producción asiático, y que se fueron enriqueciendo sobre todo desde 1859 con los borradores sobre las formaciones precapitalistas, mostrando una visión no lineal ni determinista de la historia.

EL SER COMUNAL Y LA IDENTIDAD COMU (NAL) NISTA...

Rebelión-21/10-Leer


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