Finalmente, la Corte Internacional de Justicia de La Haya dio a conocer su fallo en el conflicto por la instalación de la planta de la empresa Botnia, de Finlandia.
Sin demasiadas sorpresas, ciertamente. Acaso la confirmación de lo que aquí esperábamos del alto tribunal.
Pero no es que se hayan filtrado datos mientras se sustanciaba la causa, sino que la Corte Internacional –tribunal fijado por el propio Estatuto del Río Uruguay para dirimir conflictos binacionales- tiene vicios de origen. Y está en la tierra para que la tierra siga siendo como es.
En la columna anterior, decía que La Haya no hace justicia: hace política. Y con el fallo por Botnia, volvió a demostrarlo.
¿Qué es La Corte Internacional de Justicia (también llamada Tribunal Internacional de Justicia) ubicada en La Haya, Holanda?
Podría decirse que es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas, una asociación global de gobierno nacida a mitad del siglo pasado, armada por los ganadores de la Segunda Guerra…y fundada en San Francisco, California.
Cada uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Francia, el Reino Unido, la República Popular de China, Rusia y los Estados Unidos) tiene siempre un juez en la Corte, lo que le garantiza a los principales líderes una mayoría siempre bien encaminada, máxime cuando los nuevos integrantes de la Corte deben contar con su aprobación.
De allí que la preocupación de la Corte de La Haya, como brazo jurídico del poder político mundial, no será el medio ambiente, una cuestión que los países desarrollados han olvidado bastante.
Quiere decir que La Haya sabía desde un comienzo que debía avalar la instalación de Botnia, porque ello forma parte de un plan de envío a América de las industrias contaminantes. Es muy sencillo. La Corte iba a disfrazar de prolijo fallo judicial una decisión política que excede a los funcionales magistrados. Léase bien, no dice magistrales funcionarios. O sí.
A los lectores más interesados en cuestiones políticas y jurídicas, les sugiero consultar sobre un reciente fallo de la misma Corte de La Haya en el marco de un conflicto entre Ecuador, Estados Unidos y la poderosa petrolera Texaco. ¿A que no adivina, amigo lector, quién va ganando? Piense, piense…
Es que La Haya es un brazo “jurídicamente correcto” del poder global, con debilidad por las multinacionales.
Fabián Magnota-Máxima On Line-20/4-Leer Completo
Sin demasiadas sorpresas, ciertamente. Acaso la confirmación de lo que aquí esperábamos del alto tribunal.
Pero no es que se hayan filtrado datos mientras se sustanciaba la causa, sino que la Corte Internacional –tribunal fijado por el propio Estatuto del Río Uruguay para dirimir conflictos binacionales- tiene vicios de origen. Y está en la tierra para que la tierra siga siendo como es.
En la columna anterior, decía que La Haya no hace justicia: hace política. Y con el fallo por Botnia, volvió a demostrarlo.
¿Qué es La Corte Internacional de Justicia (también llamada Tribunal Internacional de Justicia) ubicada en La Haya, Holanda?
Podría decirse que es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas, una asociación global de gobierno nacida a mitad del siglo pasado, armada por los ganadores de la Segunda Guerra…y fundada en San Francisco, California.
Cada uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Francia, el Reino Unido, la República Popular de China, Rusia y los Estados Unidos) tiene siempre un juez en la Corte, lo que le garantiza a los principales líderes una mayoría siempre bien encaminada, máxime cuando los nuevos integrantes de la Corte deben contar con su aprobación.
De allí que la preocupación de la Corte de La Haya, como brazo jurídico del poder político mundial, no será el medio ambiente, una cuestión que los países desarrollados han olvidado bastante.
Quiere decir que La Haya sabía desde un comienzo que debía avalar la instalación de Botnia, porque ello forma parte de un plan de envío a América de las industrias contaminantes. Es muy sencillo. La Corte iba a disfrazar de prolijo fallo judicial una decisión política que excede a los funcionales magistrados. Léase bien, no dice magistrales funcionarios. O sí.
A los lectores más interesados en cuestiones políticas y jurídicas, les sugiero consultar sobre un reciente fallo de la misma Corte de La Haya en el marco de un conflicto entre Ecuador, Estados Unidos y la poderosa petrolera Texaco. ¿A que no adivina, amigo lector, quién va ganando? Piense, piense…
Es que La Haya es un brazo “jurídicamente correcto” del poder global, con debilidad por las multinacionales.
Fabián Magnota-Máxima On Line-20/4-Leer Completo
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