Historia de la revolución inconclusa.
Guatemala, ese pequeño y olvidado país de Centroamérica cuna de una de las grandes civilizaciones de la historia como fueron los mayas, tuvo el movimiento revolucionario armado más prolongado de Latinoamérica, luego del de Colombia. Por casi cuatro décadas la guerrilla guatemalteca –en muy buena media conformada por campesinos de origen maya– creció y se solidificó, llegando a manejar territorios completos de la geografía nacional, pero no pudiendo, como en Cuba o en Nicaragua, tomar el poder político desde la capital. La contraofensiva que sufrió fue, sin dudas, la más despiadada de todas las guerras contrainsurgentes que tuvieron lugar en el continente durante las décadas del 70 y del 80 del siglo pasado; como consecuencia de ello, en el país murieron 250.000 personas, fundamentalmente civiles no combatientes, indígenas de las zonas donde operaba en buena medida la guerrilla, como una estrategia de “quitarle el agua al pez” del movimiento revolucionario, es decir: aislar a los combatientes de la gran masa popular por medio de una política de terror (más de 600 masacres documentadas de aldeas indígenas). Históricamente este movimiento político-militar fue conformado por cuatro grupos distintos: el Ejército Guerrillero de los Pobres –EGP–, el Partido Guatemalteco de los Trabajadores –PGT–, las Fuerzas Armadas Revolucionarias –FAR– y la Organización del Pueblo en Armas (ORPA). El 7 de febrero de 1982 se estableció la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca –URNG– como coordinadora de los cuatro grupos. Habiendo cambiado radicalmente el panorama político luego de la caída del campo soviético y sin mayor espacio para poder seguir desarrollando esa guerra revolucionaria desde la clandestinidad, a fines de 1996 la URNG firma la paz con el gobierno, desmovilizándose e integrándose a la vida cívico-política del país.
Argenpress-20/4-Leer
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