En vísperas del pleito presidencial más vacío de ideas desde tiempo inmemoriales, los movimientos sociales y la izquierda deben contrastarse con un nuevo período de sus luchas. Necesitan hacer una amplia reflexión sobre las derrotas acumuladas que, al contrario de lo que se esperaba, fueron profundizadas en el período Lula. Ese es el pensamiento de Gilmar Mauro, dirigente del MST. En la entrevista con Correio da Cidadania, explica la postura del movimiento en la elección y la polémica en torno de un posible apoyo velado de sus dirigentes a la candidatura petista.
Gilmar argumenta que el MST no declaró apoyo a candidato alguno para el primer turno por cuenta del debilitamiento político y social de la izquierda. De modo que el movimiento no es capaz de impedir que gran parte de sus bases opte por Dila, aunque el gobierno Lula no haya llegado ni cerca de la reforma agraria. Para él, la única diferencia de Lula con Serra es la menor intolerancia al diálogo con el movimiento social (lo que se aplica también en Sao Paulo, en la disputa entre Alckmin y Mercadante).
Para Gilmar, es justamente esa retracción de la izquierda, impuesta por fallas propias y también por la victoria del lulismo, que dejó al movimiento en una situación “complicada” para apoyar a candidatos más alineados al proyecto de reforma agraria defendido por el MST, como Plínio Arruda Sampaio (responsable por el plan de reforma agraria de Lula en 2003, posteriormente encajonado) y otros de la izquierda socialista. Además, recuerda que los sin tierra y la reforma agraria poseen apoyos en diversos partidos.
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