Les traigo para empezar
a compartir emociones
sentidas evocaciones
de un tiempo gurí vivido
y de un joven presumido
que luego escribió canciones.
Ese niño que antes fui
hoy ya hombre se desvela
cuando imagina que vuela
al lejano pago nuestro
para cantarle al maestro
de alguna perdida escuela…
Porque la escuela de ayer
siguió viviendo en su mente
y en esta hora presente
de tanta infamia y dolor
la patria pide al cantor
que lo acompañe al docente.
Que lo acompañe y le cante
siguiéndolo tranco a tranco
sentado en el mismo banco
que dibuja la memoria
porque también fue su gloria
lucir guardapolvo blanco.
Y ya que nombré a la Patria
sin demagogia rastrera
confieso que a mi manera
llegué hasta la edad madura
con la emoción que perdura
al ver flamear mi bandera.
Guardo una foto del patio
donde rígido y plantado
con cuarto grado aprobado
arrié la celeste y blanca
y en ella advierto la franca
felicidad del pasado.
Qué lejos quedó la etapa
de aquella escolar niñez
pero por suerte otra vez
en un tiempo que desgarra
puedo evocarla en guitarra
mientras viajo a la vejez.
A la vejez que me espera
en un lugar que hasta creo
tiene campana y recreo
como en la foto que muestra
el patio, el sol, las maestras
y hasta las aulas que veo.
De pronto escucho una voz
que no sé de dónde viene
y que me dice y previene
en noches que paso en vela
que le devuelva a la escuela
lo que me dio de sus bienes.
Y así le voy devolviendo
lo que de ella aprendí:
el canto que dejo aquí,
la devoción por lo nuestro
y el gran amor al maestro
del niño que vive en mi.
JORGE MÉNDEZ
En Oro Verde,
24 de febrero de 2011
Para Actividad SXXI-FAE
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