Jorge Riani
Mi antiguo reino”. Con esa extraña frase refiere Celia de la Serna a su lu gar de cautiverio en Concordia, donde habitó por dos meses junto a una veintena de mujeres, algunas por militancia política, otras por delitos verdaderos.
Le imputaron que llevaba material subversivo en un momento de pleno marcatismo, pero el motivo de su detención estaba claro: ser la madre del Che Guevera. “Este nuevo reino lo comparto con otras 15 personas, casi todas comunistas. No sé, o sí sé, por qué el gobierno ha querido meterme en esta bolsa”, escribió en una carta que fechó el 9 de junio de 1963 desde el calabozo entrerriano, cuando la provincia era gobernada por el militar Carlos Jorge Rosas.
Celia de la Serna venía de la ciudad uruguaya de Salto. El viaje fluvial lo hizo en la lancha Leopoldina y enseguida, aquel 11 de abril de 1963 hizo los trámites de rigor. Frente a una empleada de la Subprefectura de Concordia mostró su pasaporte y exhibió, ante el requerimiento aduanero, su bolso. De allí brotaban libros y vestimentas personales. El agro en Cuba, El plan de Kennedy y la revolución social, Autocrítica de la Revolución Cubana, El plan de Kennedy y la revolución latinoamericana, salieron de la entraña de su maleta, según se desprende del acta que con toda formalidad marcial se elaboró como prefacio una larga estadía en la cárcel.
Celia de la Serna de Guevara era una mujer conocida ya en todo el mundo. Ser la madre del revolucionario la ponía en la consideración de todos, pero fue mucho más que eso. Nacida en una familia de alta alcurnia, educada en un fino colegio porteño, por su casa desfilaron renombrados escritores que compartían amistad con sus padres: Gabriela Mistral. Victoria Ocampo, Roberto Arlt, entre muchos.
El Diario-27/2-Leer
La comprensión de la historia de Chile a partir de la lucha de clases
La Haine-27/2
A 40 años del “Programa de Gobierno” del MLN – Tupamaros (marzo de 1971)
La dirección del MLN - Tupamaros en marzo de 1971, da a conocer su “Programa de Gobierno”. La dirección del MLN, que incluía a Mujica, entre otros connotados guerrilleros, dirigía a cientos de guerrilleros y miles de simpatizantes hacia la lucha armada, con su secuela de desaparecidos, asesinados, torturados, encarcelados, exiliados, destituidos, confinados, etc. El conjunto de combatientes, desconocidos entre ellos por el principio organizativo de la compartimentación, estaban dispuestos a ofrendarse en aras del programa revolucionario, en el marco de una estrategia revolucionaria. El programa estaba en la mira de los fusiles que se cargaban con sangre.
Mario Rossi Garretano - La Haine
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