En la disputa por los fondos fiscales con la oposición parlamentaria, el gobierno utiliza un “blanco fácil” para hacer pasar por progresistas sus opciones. El ministro Amado Boudou defendió en el Congreso el uso de reservas para pagar la deuda externa atacando al senador de la UCR Gerardo Morales por “la huida en helicóptero” del gobierno de la Alianza, la desocupación masiva, la confiscación de los ahorros bancarios y “los recortes nominales al salario” como los que aplicaba el gobierno de De la Rúa a estatales y jubilados.
Nadie con una posición independiente de los intereses patronales estaba allí para decirle al ministro de Economía que los bancos confiscadores de entonces, como el CitiBank, administran ahora el canje de deuda en default con los fondos buitres que se abalanzaron sobre los bonos del “megacanje” de Cavallo, deuda que los Kirchner se disponen a “honrar”.
Pero más allá de los debates entre los “nacionales y populares” que se cuadran ante el capital financiero y los opositores “republicanos” que no resisten un archivo, lo más tramposo del discurso oficial es que pone como referencia la condición de los trabajadores en “el infierno” del 2002-2003. Así, intentan mostrar la realidad actual como “un purgatorio”, que no será “el paraíso” pero es un “mal menor”. Lo cierto es que, si la trabajadora analiza su condición históricamente, se puede comprobar que el salario real promedio era más favorable con el mismísimo Videla que con los Kirchner y que actualmente está por debajo de los años 90 de Menem y Cavallo (Ver Gráfico).
Un apresurado defensor de los K podría chicanearnos: “¿Uds. dicen que con Videla o Menem estábamos mejor?”. Otra trampa del discurso oficial. Lo que los sectores concientes de la clase trabajadora deben reconocer es que la contrarrevolución del golpe militar de la que hace unos días se recordaron 34 años, vino a imponer a sangre y fuego una nueva relación de fuerzas contra los explotados, completada por el menemismo, que hay que prepararse para revertir. Y que es un hecho indiscutible es que el gobierno “de los derechos humanos” ha continuado con la declinación en los ingresos de la clase trabajadoras y el aumento de la desigualdad social, que comenzó desde entonces. Y que en tres décadas, con gobiernos militares o constitucionales, se viene en una caída regresiva de tal forma que con Alfonsín el salario terminó peor que con Videla, con Menem peor que con Alfonsín, con De la Rúa peor que con Menem. En la actualidad, mejor dicho hasta el año 2007 donde, por el aumento sostenido de la inflación, termina la recuperación relativa del salario promedio con respecto a la brutal caída de la megadevaluación, apenas se llega al punto anterior a la crisis del 2001. La intervención del INDEC desde entonces se hizo, desde el punto de vista de los intereses de la clase trabajadora, para ocultar que esa situación sigue siendo declinante.
Las conquistas patronales de los 90 están intactas con el “modelo K”...
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